El obispo ecuatoriano Víctor Alejandro Corral Mantilla propuso ayer, en el sínodo de obispos que actualmente se celebra en el Vaticano, la abolición de los "títulos honoríficos, que en la Iglesia no sirven y que alejan de una efectiva pobreza evangélica".
"Dejemos de hacernos llamar excelencia y de llamar eminencia a los cardenales", instó Montilla en unas palabras improvisadas al final de su discurso escrito, en el cual había afrontado la relación del obispo con los pobres y las culturas autóctonas.
"La pobreza evangélica no sólo predicada sino también vivida y testimoniada por los obispos es uno de los requisitos indispensables para que el anuncio del Evangelio sea escuchado y acogido por el hombre de hoy", concluía su discurso. A continuación, de manera improvisada, el obispo de Riobamba continuó su intervención formulando su invitación: "Y para una efectiva pobreza evangélica, quitémonos todos estos títulos y hagámonos llamar padres".
Montilla acababa de concluir su invitación a despojarse de los apelativos honoríficos cuando el presidente de la asamblea, el cardenal Bernard Agré, le dio las gracias diciendo: "Gratias multas, eccellentissimae domine", suscitando las risas de los participantes en la asamblea al ver desmentido con los hechos el auspicio del obispo ecuatoriano.
Aparte la hilaridad suscitada por el cardenal Agré, el tema de la pobreza del obispo ha tenido un espacio destacado en este sínodo -que se cerrará el 27 venidero- ya que en la homilía de la misa de apertura, el Papa llamó a todos los prelados a la pobreza evangélica como condición para "ser creíbles".
Juan Pablo II, además, les invitó a tomar distancias de los bienes materiales y de los poderes.
Sobre este argumento, el arzobispo polaco Tadeusz Goclowski subrayó que "la pobreza evangélica exige una respuesta auténtica, no sólo artificial o espectacular". "No se trata sólo de vestir de manera pobre o de renunciar al auto de lujo", aclaró.
El tope de la edad
Por su parte, monseñor David Picao, obispo emérito de Santos (Brasil), puso en cambio el problema de la edad de la jubilación para los obispos, pero asumiendo una posición opuesta a la de cuantos habían propuesto en los últimos días bajarla de los actuales 75 años a 65.
Picao observó que con 75 años muchos obispos tienen aún buena salud y lucidez mental: "¿Por qué no prorrogar la edad de jubilación por ahora a 78 años y más adelante incluso a más?". El obispo brasileño recordó además que según algunos estudios de Naciones Unidos, en el año 2050 habrá en el mundo más de dos millones de centenarios.
A su juicio, el obispo emérito debería conservar derecho de voto en la propia conferencia episcopal y en las asambleas a las que está admitido.
En este sínodo, participan 4 eméritos, uno de nombramiento papal y otros tres, entre los cuales está Picao, por elección de sus respectivas conferencias episcopales. (Ansa)