Aerolíneas Argentinas, alguna vez nombrada por un eslogan publicitario como "La Argentina que levanta vuelo", tuvo desde su creación el 7 de diciembre de 1951 muchos momentos de grandeza.
En rigor, el embrión que en ese año terminó por engendrar a Aerolíneas se había empezado a desarrollar mucho tiempo antes. El primer antecedente es el del correo aéreo de Aeroposta, creado en 1929, que tenía entre sus pilotos -auténticos aventureros, en aquella época- a los franceses Jean Mermoz y Antoine de Saint-Exupéry. Al poco tiempo, nacieron la Línea Aérea Sud Oeste y la Línea Aérea Nordeste, que finalmente se unieron en Líneas Aéreas del Estado (Lade), en 1945.
Otras predecesoras fueron Aviación Litoral Federal Argentino (Alfa) y Flota Aérea Mercante Argentina (Fama), que realizó el primer vuelo a Europa en 1946.
Finalmente, con la fusión de Aeroposta, Alfa, Zonda y Fama, en 1951 se creó la compañía que un día tendría más de 11.000 empleados y sería no solamente líder en América latina, sino también un referente entre las líneas aéreas del mundo -llegó a estar entre las cinco más seguras del planeta-.
A los seis años, alcanzaba cincuenta ciudades de todo el país con sus vuelos de cabotaje, más de 350 cada semana. Y también viajaba al exterior: llegó a tener oficinas de Aerolíneas en 72 ciudades y sus aviones aterrizaban y despegaban en 17 países.
Claro que los primeros tiempos no fueron nada fáciles, ya que el país carecía de la necesaria infraestructura de talleres de mantenimiento, pistas y aeroestaciones. En forma gradual, se fueron construyendo en todo el territorio para recibir a los Douglas DC-3, unos colosos a hélice que unieron a todo el país durante muchos años.
Luego vendrían los DC-4 (para vuelos a Santiago de Chile, Lima, Santa Cruz de la Sierra, San Pablo) y DC-6 (a Nueva York, La Habana, Lisboa, Dakar, Río), pero el mayor impacto ocurrió cuando la línea argentina fue la primera en tener una flota regular de aviones a reacción, al llegar en 1959 seis De Havilland Comet IV.
Aerolíneas siguió siempre hacia arriba, como su logotipo: ese cóndor azul, veloz como un jet, que enorgullecía a las colas de sus aeronaves. En 1980 incluyó sus Boeing 747 Jumbo por la ruta Transpolar, de Buenos Aires a Auckland (Nueva Zelanda) sin escalas.
Por resolución de la Corte
Pero la empresa fue privatizada en 1990. Pasó a manos de un consorcio formado principalmente por la española Iberia y Cielos del Sur -propietaria de Austral-, en un proceso que contó hasta con una intervención veloz de la Corte Suprema, para fallar a favor del gobierno de Carlos Menem cuando una resolución de primera instancia no lo dejaba avanzar. El 21 de noviembre de ese año, Aerolíneas tenía 28 aviones propios y sólo uno alquilado.
Luego vino un período en que Aerolíneas estuvo dirigida por American. De los 11.000 empleados, sólo quedaron 6.700. Comenzó entonces la larga lucha de los gremios para salvar los puestos y y rutas.
Tras varios años en declive, en los que se vendieron casi todos sus aviones y los equipos de última tecnología, la crisis se acentuó desde los primeros días de 2001. La empresa de bandera entró en convocatoria de acreedores hasta que ayer la Sepi la adjudicó a un nuevo operador, también español (ver página 30). (DyN)