El 27 de diciembre de 1989, el presidente Carlos Menem dispuso la privatización de Aerolíneas a través de licitación pública internacional del 85% del capital accionario. Siete meses más tarde, el Ejecutivo adjudicó la empresa al único oferente, un consorcio formado por Iberia de España, Austral y socios minoritarios. Ese año, la compañía poseía 29 aviones, realizaba unos 125 vuelos internacionales semanales, estaba libre de deudas y empleaba a 11.000 personas. En 1998 Iberia traspasó sus acciones a una nueva sociedad llamada Interinvest, formada por Iberia con 10% y por los bancos Merrill Lynch y Bankers Trust y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi). Pero a fines de ese año, American Airlines compró el 10% de Interinvest y se hizo cargo de la empresa, hasta que en enero de 2000, tras fracasar en su gestión, se retiró y la Sepi volvió a tener el control operativo. En octubre de 2000, Argentina y España acordaron un plan de saneamiento de la empresa que incluía una capitalización y el despido de 1.317 trabajadores. Finalmente, en abril de 2001, los gremios rechazaron un nuevo plan de rebajas de sueldos y nuevos despidos e iniciaron un cronograma de protestas. Las negociaciones entre el gobierno nacional, a favor de la flexibilización, la Sepi y los sindicatos fracasaron un mes después. Desde principios de junio, la empresa canceló por tiempo indeterminado la mayoría de sus viajes al exterior y comenzó a buscar un posible comprador. Tras una serie de prórrogas en la venta y solicitar la convocatoria de acreedores, la compañía fue adjudicada ayer al grupo Marsans. Actualmente, Aerolíneas tiene sólo dos aviones de su propiedad, deudas por unos 1.000 millones de dólares, y no pagó el mes de agosto a sus 6.700 empleados. (Reuters, DyN y Télam)
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