Antes de los acontecimientos del martes 11 de septiembre, el mundo se encontraba asistiendo a una fuerte desaceleración de su crecimiento económico. Un informe elaborado por la Fundación Capital, que dirige Martín Redrado, señala que luego de los atentados, la probabilidad de enfrentar una recesión generalizada ha crecido sustancialmente. La crisis puede derribar el sostén de la economía americana, el consumo de las familias. La agudización del proceso de corrección de la Bolsa que ha producido los ataques terroristas), sumado al desempleo que se ha incrementado más de un 1% en un año y al impacto sobre los precios de un eventual incremento de los precios del crudo, minarán seguramente la confianza del consumidor.
La tasa de interés de la FED se encuentra ya en sus niveles mínimos desde 1993. Con la inflación actual, se está ante presencia de tasas de interés internacionales virtualmente nulas. Sin embargo las autoridades del mundo desarrollado parecen decididas a tomar todas las medidas necesarias para sacar la economía del estado actual: han inyectado liquidez por una cifra cercana a los u$s 300.000 millones, a la vez que la operación militar, la reconstrucción de los daños producidos por el ataque y el incremento de la seguridad gatillarán un mayor nivel de gasto principalmente en Estados Unidos, aunque ya se escuchan voces a favor de flexibilizar las pautas fiscales de los miembros de la Unión Europea.
A la luz de esto, Latinoamérica se presenta como la región de menor crecimiento este año: con tan solo un magro 1%. Allí, Argentina no tiene mucho para perder en términos relativos: tiene un nivel bajo de apertura y el financiamiento del sector público cerrado hasta dentro de un año, a diferencia de México y Brasil que tienen un grado de apertura y/o relación comercial mucho más estrecha con los Estados Unidos (fundamentalmente, el primero), con necesidades de financiamiento sin cubrir en los próximos meses (el segundo es el más perjudicado).
Argentina se encontraba ya en una situación muy delicada. Queda claro entonces que el futuro de Argentina esta más que nunca en manos de las decisiones locales. De allí la enorme importancia de revisar a la brevedad las señales emitidas con el envío del proyecto de Presupuesto 2002 al Congreso nacional.
Recorte provincial
Según se desprende del proyecto de presupuesto recientemente elevado al Congreso por el Poder Ejecutivo Nacional, el cierre de las cuentas fiscales para el presente año 2001, conforme a las metas acordadas con el FMI descansa en las siguientes variables: \ Del lado de los recursos, se proyecta un incremento del 3,3% en el período agosto-diciembre que contrasta con lo observado en los primeros siete meses del año, período en el que caen un 4,1%. Se proyecta un crecimiento de la recaudación del 1,2% en los últimos cinco meses del año (recordar que el mes de agosto mostró una caída de los recursos tributarios del 3,5%, con lo que el incremento para los restantes meses debería ser aún mayor, del orden del 2.5%), en tanto en los meses ya cerrados se ha observado un deterioro del 3,4%. El resto viene explicado básicamente por un llamativo incremento del rubro Otros Ingresos Corrientes, el que habiendo caído un 26.2% hasta julio, con respecto a un año atrás, mostraría un incremento del 100.6% de allí en adelante.
En el gasto resalta para los cinco meses que resta cerrar, la reducción de las transferencias corrientes, las que explican el 90% del ajuste de casi u$s 1.500 millones pendiente. Dado que las transferencias a provincias representan dos terceras partes de las mismas, se puede inferir que gran parte del ajuste para los que resta del año pasará por ellas. Los pagos de jubilaciones se verían afectados un 9.5% contra el mismo período un año atrás. Por el contrario, los intereses de la deuda mostrarían un incremento del 10.4%, menor al observado hasta ahora en el presente año, por el efecto del megacanje. Por último, llama la atención que el rubro gastos de consumo que engloba salarios y la compra de bienes y servicios, rubros afectados en gran parte por el coeficiente de ajuste del 13%, muestren en lo que resta del año un incremento (+2.7%).
Presupuesto con incógnitas
Como ya anticipara la Fundación Capital en el anterior informe, la presentación del proyecto de presupuesto para el año 2002 era de vital importancia para, a partir del mismo, vislumbrar como se arribaría al equilibrio fiscal tal como lo exige la ley de déficit fiscal cero. Lamentablemente el proyecto enviado al parlamento el 14 de septiembre no da mayores certezas acerca del cumplimiento de la citada regla.
Sin embargo, y aún reconociendo las limitaciones de la realidad, se intenta un análisis del mismo. El ajuste del resultado del sector público nacional es de u$s 6.892 millones: se prevé pasar de un déficit de u$s 6.780 millones este año a un superávit de u$s 112 millones para el próximo.
Un 58% del ajuste proviene del incremento de recursos proyectado (unos u$s 3.991 millones). El 42% restante descansa en reducción del gasto (unos u$s 2.901 millones). Resulta preocupante la proyección optimista que se hace sobre los recursos tributarios: crecerían u$s 3.169 millones de acuerdo al proyecto, un 6,3%. Ello responde en gran medida a la proyección de crecimiento económico que las autoridades dejan entrever en el proyecto: del 6% real. Estos números son preocupantes porque el 46% del ajuste descansa en una variable que en gran medida se encuentra fuera de control de las autoridades.
El gasto primario es el rubro sobre el que el gobierno tiene mayor capacidad de incidencia. Este ajuste descansa en la reducción de más de u$s 1.300 millones de las transferencias corrientes y de capital, dentro de las cuales, los recursos canalizados a las provincias representan casi el 70%.
El rubro intereses constituye el principal ajuste desde el lado del gasto: unos u$s 2.759 millones, un 24.8%. El mismo descansaría en gran medida en las operaciones de canje de deuda que se puedan hacer en el 2002. La magnitud de la operación y el nuevo contexto internacional más incierto hacen poco recomendable descansar como vía de ajuste en esta partida en tamaña magnitud.
La Argentina viene soportando hace ya más de tres años una recesión. El nuevo contexto que se abrió a partir de los atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos, despierta un nuevo foco de incertidumbre. Frente a este escenario, con la agenda de los países más importantes focalizada hacia la recuperación de su crecimiento económico y la lucha contra el terrorismo, indudablemente los países emergentes perderán espacio dentro de las mismas.