Cristiano Del Riccio
Washington. - Comienzan a multiplicarse en Estados Unidos las voces que advierten que, después de los atentados del 11 de septiembre, se ha generado un exceso de patriotismo y se manejan propuestas que amenazan las libertades civiles. En la gran persecución de los terroristas que se inició en EEUU después de la masacre, 350 personas fueron retenidas por la policía, casi todas con nombres árabes. Tres estudiantes sauditas fueron detenidos en Washington después de haber sido denunciados por un taxista que los llevó hasta la entrada de un local nocturno. En Boston, tres jóvenes que llegaron a un hotel para visitar a un familiar enfermo fueron también denunciados porque uno de ellos tenía un nombre similar a uno de los terroristas. En Rhode Island los agentes detuvieron un tren donde viajaba Sher JB Singh, un indio sikh, a quien le colocaron esposas e hicieron descender apuntándolo a la nuca con armas de fuego. Su crimen: simplemente el hecho de que llevaba un turbante. Ninguno de los detenidos fue hasta el momento acusado por delitos relacionados con la matanza del 11 de septiembre, pero más de un centenar está aún preso por infracciones menores, a menudo vinculadas con las fechas de sus visas que, en otro tiempo, habrían sido resueltas con un intercambio de cartas. Por todo esto se están multiplicando y no sólo entre los activistas para la protección de los derechos civiles, los temores de que la caza de los terroristas se vea acompañada por numerosas violaciones de algunas libertades básicas para los ciudadanos norteamericanos. En la comunidad árabe de EEUU circula un fax, titulado "Conoce tus derechos", que explica con lujo de detalles cómo comportarse cuando se es detenido por la policía. Del mismo modo corren peligro las libertades de expresión sancionadas por la Primera enmienda de la Constitución. Dos periodistas fueron despedidos por haber criticado el comportamiento del presidente Bush el día del ataque terrorista. En Texas, el editorialista Tom Gutting fue despedido por haber escrito, en un artículo que apareció en el Texas City Sun, que el presidente "volaba ese día por el país como un niño asustado por una pesadilla que busca refugio en el seno materno". En Oregon, otro periodista, Dan Guthrie, perdió su trabajo por haber escrito que Bush "había escapado" después de los ataques. En problemas terminó también el cómico Bill Maher, conductor de un programa político de la televisión, bastante irreverente, por haber dicho que los soldados norteamericanos que lanzaban misiles contra enemigos que estaban a centenares de kilómetros eran "cobardes". (Ansa)
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