"Isaac (Stern) fue más que un músico. Fue una persona que destacaba en todo, ya fuera pensado en la política, los negocios o como filántropo", dijo Sandy Weill, presidente del Carnegie Hall. De 1,65 de estatura, Stern se convertía en un gigante al tocar su Guarneri del siglo XVIII. Con su natural electricidad y fluidos movimientos del arco, igualmente estaba a gusto con las creaciones matemáticas de Bach, que con la furia de Beethoven, las creaciones sincopadas de Brahms o las convulsiones de los compositores del siglo XX. Stern fue uno de los músicos clásicos con mayor número de grabaciones en la historia. Durante la Guerra del Golfo Stern realizó un concierto memorable en Jerusalén, frente a una multitud de espectadores equipados con máscaras de gas por el temor de las amenazas de ataques de misiles scud iraníes y a pesar del sonido de las sirenas siguió tocando un concierto de Bach, con soberana calma. Además de sus aclamadas interpretaciones de repertorio standard, Stern fue un campeón de la música contemporánea y a menudo grabó interpretaciones nuevas de muchos de los mejores compositores del siglo pasado. "La música no se puede explicar. Hay un misterio maravilloso sobre lo que convierte la lógica de la música en algo tan simple y tan inevitable cuando llega adecuadamente", dijo una vez Stern.
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