Año CXXXIV
 Nº 49.248
Rosario,
domingo  23 de
septiembre de 2001
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La piratería versus las empresas de software
Entrevista al presidente de Software Legal
Martín Carranza Torres libra una cruzada contra las reproducciones clandestinas. Es un problema cultural, dice

Gabriel González

Software Legal es una entidad civil sin fines de lucro que defiende los intereses de las compañías de software en la Argentina. Su presidente, Martín Carranza Torres, está embarcado en una cruzada contra los piratas del software, por medio de acciones en dos planos: por un lado la "concientización" de los usuarios, por otro acciones legales contra los agentes que copian programas, ya sean armadores de clones, reproductores de CD o empresas que no pagan las licencias según lo que establece la legislación argentina. En este diálogo con La Capital , el ejecutivo sostiene que la piratería es fundamentalmente cultural. Aunque admite que el perjuicio económico principal hoy es el de las grandes compañías extranjeras, dice que el fenómeno perjudica más al negocio local de software, porque los desarrollos aplicados terminan perdiendo con enlatados que "tienen valor cero porque son robados".
-¿Cuáles son las causas de que existan niveles tan altos de piratería?
-La Argentina tiene una cultura muy notable en esta materia. Acá se evaden impuestos, no se respetan las normas de tránsito y se piratean softwares así como se piratean libros o CD, es básicamente un problema de cultura. Si se comparan los índices nacionales con los de otros países, incluso de Latinoamérica, se observa que países como Chile, Brasil y Perú tienen índices más bajos, mientras que estamos más cerca de Colombia y Ecuador y Paraguay.
-¿No será que el software es caro, en especial para las pymes?
-Si una empresa en lugar de software decidiera comprar autos llegaría a la conclusión de que los autos son demasiado caros para sus posibilidades, pero ello no lo debería llevar a la conclusión de que tiene que robar autos. La diferencia entre el software y el auto es que el software es más fácil de robar, o cuando menos que es más difícil quedar impune quien roba un auto. Existe otra distorsión en las empresas cuando evalúan su equipamiento de software. Para dar un ejemplo, muchas empresas de arquitectura tienen instalado el Autocad 2000, que es un software apto para diseñar un misil. Cada licencia del mismo cuesta 4.000 pesos, y si un estudio necesita diez máquinas lógicamente va a tener problemas para juntar los 40 mil pesos. El tema es que ese estudio no necesita un programa para diseñar misiles, ya que para hacer planos le alcanzaría con un software de 400 pesos. Ocurre que como es gratis, elige robar uno de 4.000 pesos en lugar de comprar el que cuesta 400. Es como si uno tuviera una empresa de fletes y decidiera robar camiones Scania con doble acoplado en lugar de comprar camionetas aptas para esa función, más baratas. Si no hay que pagar nada seguro que va a elegir el Scania, y si después se lo quieren cobrar le va a parecer caro. El tema de fondo es que el argumento del costo nunca puede traer como consecuencia la posibilidad de cometer un robo. Sin embargo, ello culturalmente está admitido como válido. En lugar de preguntarse "lo compro o no lo compro", la gente debería plantearse "lo compro o lo robo".
-¿El software libre no es amenaza más grande para las grandes compañías?
-La palabra software libre llama a confusión, porque no significa necesariamente gratuito, sino que es libre de modificación y cualquiera que lo use puede modificar sus códigos, a condición que los deje abierto. Es una de las alternativas que da el mercado, y muchos lo están adoptando. No lo hacen las empresas más grandes, ya que se requiere de un soporte técnico más estable del que puede darle un simple técnico, del que luego quedarían cautivo, una vez modificado el sistema. Dentro del esquema de propiedad intelectual es un esquema válido como el músico que hace recitales gratis, el escritor o los diarios que se distribuyen en forma gratuita, porque obtienen recursos de otro lugar que no es la venta. Lo que no es legítimo mezclar ambos. Que yo concurra a un recital gratuito no me da derecho a colarme sin pagar a un espectáculo en el que se cobra entrada.
-¿Quiénes pierden con la piratería?
-El mayor porcentaje de piratería se hace sobre el software enlatado producido por las empresas extranjeras. Sin embargo, la piratería también está tapando a las empresas locales de software. Si un desarrollador de software quiere colocar un producto que sirva para para liquidar impuestos, tropieza con que la gente utiliza el Excel, de Microsoft, a falta de otras opciones más baratas. Esa empresa local que podría colocar un producto quizás de menor envergadura pero más barato, no tiene lugar para hacerlo porque el Excel -gracias al 83 por ciento de piratería- es entre comillas gratuito. Y el daño es más grande aún debido a que por cada puesto de trabajo que genera la industria del desarrollo de software se crean otros cinco puestos y medio en marketing, ventas, etc.. ¿Qué van a hacer los miles de chicos que estudian carreras de sistemas en las universidades? Se van a dedicar a hacer el servicio técnico de productos extranjeros, o a piratear, porque tal como están las cosas ese va a hacer el único negocio posible, o bien emigrarán al exterior para desarrollar software en serio, después que el país gastó plata para prepararlos.
-Si los enlatados son plata para las compañías extranjeras. ¿No valdría plantear un esquema de blanqueo contra garantías de inversiones y desarrollo local?
-Hay que tener en cuenta que toda la gente que trabaja y los que prestan servicio técnico son argentinos y que el problema de la piratería no está en lo que se roba. A Oracle o Microsoft no les preocupa la piratería de la ciudad de Rosario. Al que debería preocuparle más es a quien posee un producto de software para vender acá y no consigue hacerlo.
-Pero es más fácil copiar un commodity que un desarrollo más aplicado.
-Pero tiene un mercado mucho menor. Hay software de gestión argentino que es de excelente calidad. La Nasa compró un producto para conectar por Internet los cohetes con la Tierra y lo hicieron compitiendo con empresas de todo el mundo. El problema es que las empresas locales pueden competir con los productos que las grandes empresas dejan de lado por la imposibilidad de customizarlos, pero es allí donde la gente prefiere robar un producto más o menos parecido, total no lo paga, en lugar de pagar uno local.
Recuerdo el caso de un joven riojano que armó un programa para evaluar el stock de una farmacia; era muy sencillo y corría sobre DOS. Costaba cien pesos y tenía una clientela potencial de 500 mil clientes, por lo cual significaba un negocio de 50 millones de dólares. Pero no lo pudo vender, y no por inhabilidad comercial sino porque cuando recorría las farmacias encontraba que habían adaptado un Excel y obtenían el mismo resultado.


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