Raúl Bortolozzi es el médico especialista en medicina interna y en clínica médica que desde 1996 trabaja en el Servicio Penitenciario, abocado exclusivamente a la atención de presos con HIV. El profesional, de 40 años, aseguró que "no se detectaron casos de contagio dentro del penal" y que los internos son menos discriminatorios con sus compañeros infectados. -¿Qué tratamiento reciben los presos con sida en las cárceles? -La atención se hace en las unidades y, si se supera la capacidad del penal, se realiza en los hospitales. Los presos son controlados clínicamente una vez por semana en las cárceles de Rosario, Coronda, Las Flores, y en las cárceles de mujeres. Cada 3 o cuatro meses se les realiza control de laboratorio y control de carga viral. El tratamiento incluye la combinación de drogas especiales. -¿Cuántos pacientes con HIV existen en las cárceles? -Son 78 pacientes. Tratamos a los pacientes que ingresaron con la infección. No se infectaron en la cárcel. A los que aceptan voluntariamente las pruebas de detección, si están infectados, se les inicia el tratamiento. -¿Descarta que un preso pueda contraer sida en la cárcel? -No, pero no tenemos documentados casos de contagio dentro de las unidades. Además se están desarrollando tareas de prevención que consisten en la capacitación de un grupo de internos para que brinden información a sus compañeros. -¿Los enfermos están aislados? -No, comparten las celdas con el resto de la población. -¿Qué promedio de edad tienen? -Son jóvenes, con bajo nivel cultural y de educación. -¿La relación de la población carcelaria con los enfermos es traumática? -No. El concepto de que hay menos discriminación y más solidaridad en la cárcel que en la calle es una realidad.
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