El abrazo interminable de todos los integrantes del equipo argentino de Copa Davis con Gastón Gaudio habla a las claras que Argentina está tocando el ascenso con las manos ya que le gana 2 a 0 a República de Belarús al finalizar la primera jornada en que está en juego un lugar en el Grupo Mundial, ese del cual no está desde 1992. Sólo falta conseguir un puntito de tres en juego. Gaudio, con un tenis superlativo y una garra copera impresionante a partir de la mitad del segundo set, le ganó al gigante bielorruso Max Mirnyi por 4/6, 6/3, 6/1 y 6/3 en dos horas y 14 minutos y completó la feliz primavera de la Argentina, que había empezado con el pic-nic de Franco Squillari ante Vladimir Voltchkov por 6/2, 6/4 y 6/3 en una hora y 52. Gaudio y Davin venían planificando el partido ante Mirnyi ya que lo consideraban la clave del primer día. Y vaya si lo fue. Hasta el comienzo del segundo set la planificación se había ido al tacho de la basura. Poco había podido hacer Gaudio ante este gigantón en el parcial inicial. Mirnyi sacaba y se iba a la red, devolvía y se iba para adelante. Lo dominó completamente ya que el argentino sólo podía pasarlo cuando tenía tiempo para armar el golpe. Pero llegó el cuarto game del segundo set. Ahí Gaudio volvió. Sacaba 0/40, perdía 2 a 1 y empezó a jugar en un altísimo nivel. Le tomó el tiempo a Mirnyi y empezó a pasarlo bien fino por los costados. Ganó el game y en el siguiente quebró con tres devoluciones exquisitas a la planta de los pies. Sirvió en el sexto juego casi sin fisuras. Levantó a la gente y revivió con un 4 a 2 con 13 puntos ganados sobre 15 disputados. Cambió la historia, pero no fue más fácil, había que seguir jugando contra Tribilín o la Jirafa, tal como el inagotable ingenio cordobés ya había apodado a Mirnyi. De allí en más el europeo empezó a colaborar con el equipo argentino. Gaudio cerró el set con un espléndido 6/3 e hizo un tercero a todo ritmo que finalizó 6/1, en un arranque demoledor. Mirnyi buscaba aire a sus costados. Estaba agotado, los treinta grados empezaban a pegar duro y sus piernas ya no llegaban a la red. Gaudio lo empezó a tomar a mitad de camino y con su revés paralelo lo destrozó. Llegaron los insultos de un lado y del otro, los gestos sobradores del argentino que hasta le bailó al gigantón, el partido se calentó sobre el final y la gente disfrutó la victoria que llegó con un nuevo quiebre producto de tres passings increíbles y una pelota, que tras pegar en la faja, picó afuera y comenzó la fiesta que tuvo a más de 4.000 hinchas como invitados. La victoria de Squillari llegó desde la inteligencia. Desde una planificación perfecta tanto que Voltchkov jamás puso en real riesgo el primer punto. El europeo se mostró errático y cuando fue a la red, presumiblemente su fuerte, no resultó efectivo. Erró demasiado, dejó flancos a los que Squillari le supo sacar provecho. Fue muy alta la efectividad del primer servicio de Squillari. No fue potente pero sí profundo. La idea era que Voltchkov no se viniera para adelante. El argentino planteó puntos largos, no le pegó con un fierro a todo lo amarillo y redondo que pasaba cerca, sino que aflojó en muchas bolas con un rédito importantísimo. Fue el día de la primavera más feliz en la historia del tenis argentino. Es cierto que aún no se ganó nada, pero con una ventaja de 2 a 0, perder el ascenso es una posibilidad cada minuto más remota. (DyN)
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