Washington. - Estados Unidos ha declarado la guerra al terrorismo, pero para combatir a esas organizaciones de pequeñas células extremistas repartidas por el mundo se necesitará más que un bombardeo a los países que las protegen. Aunque Estados Unidos ha decidido perseguir a los que estuvieron detrás de los devastadores ataques en Nueva York y Washington, un impacto duradero sobre el problema tomará más que simplemente bombardear campos de entrenamiento de extremistas, opinan los analistas.
El presidente George W. Bush, que ha llamado a ésta la primera guerra del siglo XXI, no tiene ilusiones y afirma que que será "un tipo diferente de conflicto contra un tipo diferente de enemigo" que requiere paciencia y resistencia. "Este es un conflicto sin campos de batalla o cabezas de plaza, un conflicto con enemigos que creen que son invisibles. Pero se equivocan. Serán expuestos", aseguró en su discurso semanal a la nación.
A pesar de que su objetivo es noble, en realidad la amenaza de terrorismo nunca puede eliminarse completamente mientras surgen nuevos grupos para reemplazar a los desaparecidos, dijeron los analistas. El secretario de Estado Colin Powell, un ex general, reconoció que no se trata de una guerra tradicional.
"El enemigo está en muchos lugares. El enemigo no espera que lo encuentren. El enemigo está oculto", expresó Powell. "Bien puede ser que las gestiones diplomáticas, legales, financieras y de otro tipo podrían ser tan efectivas contra ese tipo de enemigo como lo sería la fuerza militar", agregó.
"Extirpar todo el cáncer"
Los pasos clave estarán obligando a los países que albergan extremistas que los expulsen y corten los flujos de fondos para los cofres de los grupos. "Estamos hablando muy en serio cuando hablamos de extirpar todo el cáncer. Vamos a operar profundamente a la red y arrancar toda la enfermedad", afirmó el representante Porter Goss, un republicano de Florida que preside la Comisión de Inteligencia de la Cámara.
Las autoridades estadounidenses han estado apuntando el dedo acusador al extremista de origen saudita Osama Bin Laden y a su grupo Al Qaeda como sospechosos detrás de los asaltos y deliberados choques de aviones contra el World Trade Center y el Pentágono.
Eso, a su vez, ha causado preocupación en Afganistán, país que ha dado refugio a Bin Laden, de que Estados Unidos bombardee el país como represalia. Pero ni una campaña de bombardeo o la muerte de Bin Laden erradicarán los numerosos grupos de terroristas que hay alrededor del mundo, agregaron los analistas.
Se calcula que Al Qaeda tiene células entre 35 y 60 países, incluso Estados Unidos y sus aliados. Pero las autoridades estadounidenses prometieron hacer las cosas extremadamente incómodas para los países que den refugio a extremistas conocidos.
"Hay que decirle a estos países: ¿van a deshacerse de ellos, o nosotros vamos a tener que deshacernos de ellos?", preguntó el vicepresidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, el republicano Richard Shelby. (Reuters)