Sin estadísticas, datos, ni programas oficiales de ningún tipo, la prostitución infantil es un silencioso fenómeno en expansión, potenciado en la Argentina por la crisis económica y el desempleo y, en el mundo, por el anonimato con que los explotadores hacen sus ofrecimientos a través de nuevas tecnologías como Internet, según denunciaron organismos internacionales dedicados a luchar contra ese flagelo.
Si bien las distintas fuentes consultadas coincidieron en que las denuncias son escasas, la prostitución infantil existe, se practica y crece cada año, apoyada en modalidades tan disímiles como organizaciones que reclutan a niños para explotarlos en departamentos privados, cabarets y bares, en estaciones de trenes, plazas y barrios de emergencia, y chicos de la calle -en algunos casos travestidos- que por propia iniciativa ofrecen sexo a pedófilos para subsistir.También se registró en los dos últimos años un aumento en la oferta de niñas y niños cada vez más pequeños -con edades promedios de entre 4 a 11 años- en páginas de Internet y canales de chat.
"La Argentina no ha desarrollado un plan nacional. La cantidad de niños prostituidos está en aumento", aseguró Natalia Buratti, coordinadora de la oficina de Ecpat Europa, una organización internacional no gubernamental que encabeza una red de lucha contra la explotación sexual de menores, pedofilia y turismo sexual.
Entelas funciones del Ecpat se cuenta el control de los compromisos asumidos por 130 países en 1996, durante el primer congreso mundial en contra de la explotación sexual comercial de niños y adolescentes realizado en Estocolmo, en el que la Argentina se comprometió a iniciar acciones concretas para atacar a uno de los problemas considerados de mayor riesgo para los niños.
Además, en noviembre próximo, la Argentina debería presentar un informe sobre la situación en el país en un encuentro regional de organismos estatales y no gubernamentales que se realizará en Uruguay, donde se elaborará un diagnóstico y un plan que Latinoamérica presentará en diciembre próximo en el segundo congreso mundial contra la prostitución infantil que tendrá lugar en Japón.
Con el Ecpat coincidieron la titular del Consejo provincial del Menor y la Familia, Irma Lima, los jueces de menores Horacio Barberis (de la Capital Federal) y Miguel Gaimaro Pozzi (Bariloche), funcionarios del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad y distintas instituciones públicas y civiles.
Es que, ni la Dirección de Estadística Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación ni el Consejo Nacional de Niñez y Adolescencia y Familia, ni la Procuración General de la Nación poseen estadísticas, datos o informes que den cuenta del flagelo de la prostitución infantil en el país.
El último trabajo serio sobre el tema data del año pasado, fue realizado por Unicef y arrojó resultados alarmantes: redes de prostitución infantil ramificadas en distintas ciudades del interior como Formosa, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Misiones, Santa Fe, Rosario, Chubut y Buenos Aires; chicas y chicos explotados, en muchos casos provenientes del interior, en situaciones asociadas a la pobreza, las drogas y a historias de vida que incluyen, en la mayoría de los casos, abusos de parte de sus propios familiares.
Según el juez Barberis, "el tema está en que los niñas o niños que participan de la actividad tienen una ganancia mensual superior a cualquier otra tarea: si alguien los organiza no lo van a denunciar. Esta es la dificultad; además, muchas veces están amenazados", señaló el magistrado.
No hay una investigación seria
Gallo reveló que los poco más de cinco meses de existencia que poseen las defensorías de menores porteñas, el organismo ha recibido seis denuncias de niñas y niños que ofrecían sexo en las calles, "la mitad de ellos fueron niños travestidos".
"Tenemos mucha presión y tratamos de trabajar con las chicas y chicos para ofrecerles alguna alternativa diferente al ejercicio de la prostitución, aunque estamos en desventaja porque esa actividad les da dividendos mayores a los que les puede dar cualquier otro trabajo. Lo concreto es que los pibes siguen estando en la calle ofreciendo sexo y no siempre caen, sólo se los detiene en determinadas circunstancias", explicó Gallo. (DyN)