Pueblo Esther. - Los animales no discriminan y dan afecto. Esa es una de las premisas con la que se dio origen hace cuatro años a un espacio en el cual se emplea una singular experiencia con chicos y adultos discapacitados. Ubicado en Juan José Paso 1496, en el corazón del parque Bernazza de Pueblo Esther y a menos de 10 kilómetros al sur de Rosario, la asociación civil Granja Soles está sostenida en el vínculo afectivo de los disminuidos con los animales para lograr la rehabilitación.
A través de métodos terapéuticos no tradicionales se pretende y -según afirman sus gestores- en muchos casos se logran mejoras. El estímulo que representa convivir con la naturaleza y tener la compañía de los animales ayuda a que algunos síntomas disminuyan y favorece que se dejen de lado prejuicios que pesan sobre estas personas.
El origen de la granja podría decirse que es una historia familiar. Hugo Bagli, que es discapacitado motriz, y su esposa -presidenta de la asociación- Josefina Miller tienen una hija que es disminuida mental, Matilde, de 30 años. Ambos encararon una aventura para mejorar la calidad de vida no sólo de su hija sino de otros afectados física y mentalmente. Luego se sumaron vecinos y amigos, la granja creció a pulmón. La realidad los motivó a buscar opciones y desde hace cuatro años este espacio brinda a jóvenes y adultos discapacitados la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza y los animales.
"Los jóvenes incapacitados intelectuales, cuando llegan a los 22 años, quedan excluidos del sistema escolar. Ante esta situación los chicos egresan con una capacitación primaria de una escuela especial y quedan desprotegidos, sin salida laboral, más aún en el caso de adolescentes con cuadros severos como los que viven en la Granja Soles", afirma Gabriel Bagli, tesorero de la asociación.
Zooterapia
La granja realiza experiencias de multiestimulación constante en diferentes patologías como síndrome de Down, déficit intelectuales, problemas motores y autistas. La actividad se orienta a desarrollar las capacidades afectivas, intelectuales y perceptivas de los disminuidos. El método, denominado zooterapia, está basado en estudios internacionales. Se emplean cientos de animales, hay 14 caballos, vacas, burros, coatíes, cabras, ovejas, gallinas, conejos, palomas, llamas, cerdos, zorros, nutrias, monos y aves de corral.
"La idea fue salir de lo convencional, ir al campo, incorporar animales, pileta en verano, actividades musicales en invierno. En la granja hay unas 15 personas discapacitadas, desde los ocho años en adelante. Seis jóvenes viven permanentemente aquí, al resto todos los días se los pasa a buscar con una combi por sus respectivas casas y efectúan las actividades de campo entre las 10 y las 18. En la granja hacen pan casero en hornos de barro, realizan tareas de lombricultura, trabajan en huerta orgánica, almuerzan, desarrollan equinoterapia y conviven con los animales. Se encariñan mucho con ellos", cuenta Bagli.
En la granja hay dos chicos con parálisis cerebral, también conviven autistas, jóvenes con síndrome de Down, los cuadros son severos. "Descubrimos que los discapacitados quieren venir a la granja, se sienten útiles. Algunos chicos tienen mutual, obra social, otros no. Los jóvenes se encuentran a gusto. Siempre digo que son discapacitados pero no tontos, si uno les ofrece pan viejo no comen, saben discernir. Cuando a la tarde se tienen que ir no quieren, se esconden. Los chicos vienen por amor", agrega Gabriel.
El empleo de animales con fines terapéuticos no es un hecho reciente. En 1792 un asilo de Inglaterra utilizaba aves de corral y conejos para ayudar al autocontrol de enfermos mentales. La compañía de animales suele ser sana para los discapacitados severos. En Estados Unidos y España se usan delfines con niños autistas y Down, y en Japón diferentes discapacidades se curan con la ayuda de animales. En Inglaterra se hacen experiencias acariciando a los animales en enfermedades como la de Alzheimer.
Hogar transitorio de animales
El ámbito de la granja también es un hogar transitorio de animales con problemas, aquí están alojadas dos leonas que estaban en el zoológico de Rosario tras haber vivido en un circo donde sufrieron malos tratos. El estado de estos animales era deplorable, hoy casi no caminan, no tienen garras ni dientes, igual están en un sector con doble protección de vallado. También hay monitos que la gente compra en la ruta como si fueran juguetes y a los tres meses, cuando crecen, los abandonan", cuenta Gabriel.
"Uno de los chicos, que es autista, se identifica con las llamas. El sí tiene control de esfínteres, pero está aislado en su mundo, no obstante quiere venir a la granja. Nosotros no queremos que sea un depósito de discapacitados, buscamos que el chico vuelva a la casa. Hay una chica de 29 años, que no sabe leer, escribir ni hablar, que viene de su hogar con su mochila a aprender en esta escuela especial, hace plástica y recorta figuras", manifiesta Bagli.
En la granja conviven también chicos de la calle de Pueblo Esther, con problemas sociales, pero no son discapacitados. "En estos cuatro años se han recuperado en gran parte a esos chicos y se notan mejoras en los que padecen disminuciones mentales o motrices. Los jóvenes aprendieron a no discriminar. En la sociedad existe un miedo a lo distinto. A los que habitan la granja los nutrimos de una idea: lo diferente no es peligroso. El chico discapacitado puede ser agresivo pero no tiene mala intención. Los chicos aprendieron de los animales, que presienten y no discriminan", concluyó Bagli.
La Ciudad
