Año CXXXIV
 Nº 49.233
Rosario,
sábado  08 de
septiembre de 2001
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Experiencias
El aeropuerto logró mejorar el problema de las aves en la pista
El plan fue expuesto recientemente en un congreso en los Estados Unidos

Florencia O'Keeffe

Fisherton ya tiene espantapájaros profesionales. Desde hace varios meses, el aeropuerto rosarino se convirtió en el único del país que cuenta con un diagnóstico y un programa en marcha para erradicar las aves que merodean la zona. El plan, que recientemente fue expuesto con éxito en un congreso en los Estados Unidos, está siendo implementado por dos ingenieros agrónomos rosarinos, uno de ellos perteneciente al Inta Roldán.
El inédito emprendimiento es de una gran importancia ya las aves que sobrevuelan en las cercanías de las estaciones aéreas no son un problema menor: de colisionar con un avión o introducirse en alguna de las turbinas pueden ser las responsables de accidentes de distinta gravedad, como el que hace dos semanas protagonizó un avión que llegaba a la aeroestación de la ciudad de Corrientes y que se vio obligado a un aterrizaje de emergencia cuando se introdujo una bandada en una turbina.
Aunque en el aeropuerto local no hay registros de accidentes provocados por esta causa -sí existen datos de colisiones de aviones con aves sin daños graves posteriores- la posibilidad está latente si no se toman medidas.
Cuando la Fuerza Aérea le advirtió sobre esta situación al interventor del Aeropuerto de Fisherton, Esteban Borgonovo, el funcionario decidió contratar a estos profesionales para que describan la situación en torno a las aves del aeropuerto local y se pongan a trabajar para darle una solución al problema.
Fernando Coconi, uno de los ingenieros que ideó y puso en marcha este programa es especialista en manejo de pastizales; el otro profesional es Julio Rocha, un agrónomo especializado en cultivos, extensionista rural del Inta Roldán.
"Nos encontramos con un aeropuerto que tiene zonas bajas, que cuenta con un sector que se alquilaba y que se va a volver a alquilar para agricultura, con muchos canales y con el pasto cortado como si fuese un jardín", especifica. Todos estos elementos provocaban que en la pista y en zonas cercanas a la pista de aterrizaje y despegue del aeropuerto local, circulara una gran cantidad de lechuzas, teros, caranchos, aguilucho langostero y "hasta patos".
En una serie de avistajes que los ingenieros realizaron en la etapa de diagnóstico -de julio a septiembre de 2000- llegaron a contabilizar unas 600 aves dando vueltas por el lugar.
"Pensamos cómo darle un corte a esta situación y determinamos que lo mejor era comenzar a cambiarles el ambiente a las aves para que no lleguen a la zona", relata Coconi. Cabe destacar que hasta el momento, en la aeroestación rosarina nunca se había hecho nada al respecto, "ni un espantapájaros", ejemplifica el profesional.
Pero lo de Rosario no era una excepción ya que en todos los aeropuertos de Argentina hay deficiencias en relación a este tema. En rigor, resalta Coconi, "este es el primer aeropuerto en tener un diagnóstico serio y en el que se están aplicando medidas específicas y muy controladas".
En realidad, la causa que se haga poco y nada para alejar a las aves de las pistas es que no está claro en la legislación aeroportuaria quién debe hacerse cargo del tema, si es responsabilidad de la Fuerza Aérea o si lo es del Organismo Regulador de Servicios Nacionales Aeroportuarios (Orsna), entonces, "al ser una cuestión fronteriza, no se toman las decisiones pertinentes y en las estaciones manejadas por privados nadie los obliga a poner en marcha medidas", dice Coconi.

Cambiando el ecosistema
El proceso que se está llevando adelante en el aeropuerto de la ciudad de Rosario incluye varios métodos, según explica uno de los creadores de la propuesta. "Trabajamos con distintas herramientas: desde variar el corte del pasto y hacer figuras, lo que aleja a las aves -el tero, por ejemplo, necesita tener el pasto corto para identificar a los predadores y ubicar a su cría-; secamos canales para que no encuentren qué beber; combatimos lo caracoles para que no lleguen las aves caracoleras; usamos repelentes (control químico), o explosivos en el caso de las lechuzas para alejarlas (artificios sonoros de disuasión); cortamos la cadena alimenticia (trófica) como en el caso del aguilucho langostero, especie que nos visita de tanto en tanto y que está protegida por los Estados Unidos por lo que no se la puede matar; o les sacamos la comida -quitamos bichos, plagas y hasta los roedores de la zona- para mantener a los pájaros fuera de la áreas de peligro".
Cabe destacar que la decisión de trabajar de la forma elegida con el aguilucho langostero, por ejemplo, les valió a los profesionales rosarinos un reconocimiento especial en el congreso del que participaron recientemente en Miami.

Lo que va y lo que no
Sobre el método de disminución de las colisiones por aves que se aplica en Rosario dice que "lo más importante es que se trata de un sistema integrado y rotativo porque los animales se acostumbran si se usa siempre un mismo método". Coconi menciona también cuáles son las técnicas no favorables: "No se recomienda el uso de productos químicos, cebos tóxicos y trampas diversas que lleven al exterminio sistemático de poblaciones animales. Este tipo de técnicas de control usadas en exclusividad se consideran graves por el daño ambiental que provocan y no apropiadas para el sostenimiento de conductas ambientales de conservación del medio", dijo.

Una tarea diaria y programada
Actualmente, las cuatro personas que conforman el equipo de trabajo para combatir las aves en el aeropuerto están aplicando medidas preventivas como la de quitar las langostas para impedir que el aguilucho langostero se sienta tentado por detenerse en la zona cuando en poco tiempo viaje desde Córdoba hacia esta región: "Cuando no encuentre qué comer seguirá viaje", señala Coconi.
"A medida que vamos aplicando los distintos métodos vamos haciendo diagnósticos a diario. Hasta el cambio de los vientos nos sirve para estar alertas y tomar decisiones específicas", relata.
Recalcando que en cuestiones de la naturaleza "uno más uno nunca es dos", Coconi manifiesta que hoy, el aeropuerto rosarino esta "ordenado y con muchos más elementos que antes para hacerle frente a los imprevistos en el tema de las aves", una situación que si bien no es la óptima lo pone a la cabeza de los que mejor preparados están en todo el país en el intento por minimizar los riesgos de que un pájaro o una bandada provoquen un accidente.



Las lechuzas abundan en las cercanías de los aeropuerto.
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