Las oleaginosas ganan terreno entre los principales países productores de América latina. Así lo indican las estimaciones de área de siembra de estos cultivos que dan cuenta de una nueva expansión para el Cono Sur. Las primeras cifras difundidas por Oil World estiman una superficie para el cultivo de soja en la Argentina de 11 millones de hectáreas, contra los 10,4 millones de la campaña actual.
En el caso brasileño, consultoras privadas de ese país estiman que la superficie a sembrar alcanzaría los 15,2 millones de hectáreas. contra las 13 del ciclo actual, un crecimiento que estará impulsado por la aprobación de las variedades transgénicas.
En la Argentina, a este aumento de área en oleaginosas se contrapone una probable nueva caída del área de maíz. Según las primeras estimaciones informales, la superficie destinada al cultivo de maíz para la nueva cosecha seguirá reduciéndose.
Los primeros datos hablan de una reducción del orden del 10 al 15 por ciento según lo comentado por productores de la zona núcleo (estos datos fueron recabados antes del aumento de precios).
A la luz de estos datos es interesante analizar cuál es el resultado de ambos cultivos, sobre todo tomando en cuenta la fuerte caída de precios del cultivo de soja.
Si se analizan los resultados económicos de ambos cultivos, implantados con muy buenas condiciones tecnológicas, se puede observar que éstos juegan netamente a favor del cultivo de soja.
La oleaginosa provee un beneficio bruto un 21 por ciento más alto que la producción de maíz, convalidando el desplazamiento de área hacia el cultivo de soja.
Si al análisis se le incorpora otros datos adicionales, existen muchas más razones para convalidar la disminución del área de maíz. En rigor, por cada 100 pesos invertidos, el margen bruto de la soja es un 54 por ciento superior a la del maíz y ese margen se incrementa al 59 por ciento si se tiene en cuenta el nivel de insumos incorporados a la siembra, que en el maíz son superiores a los de la soja.
En medio del actual contexto económico con escaso flujo de dinero, el factor productivo más limitante no es la tierra, sino el recurso capital, razón por la cual resulta de utilidad cambiar la metodología para evaluar el negocio que ofrece cada una de las actividades.
La óptica financiera
En este caso, para el análisis comparativo entre la soja y el maíz, se utilizará una medida financiera, como la tasa interna de retorno (TIR). Este método mide la tasa de interés obtenida por la inmovilización de capital (inversión) en una actividad determinada, es decir, que la TIR obtenida por la inversión en un negocio cualquiera, se la puede comparar con la tasa de interés pagada por los depósitos a plazo fijo y evaluar el beneficio adicional que dicha inversión podría ofrecer.
De ese modo, si se calcula la TIR para diferentes situaciones de rendimiento de un cultivo de soja en condiciones tecnológicas que implican fertilizantes, agroquímicos y semillas, se puede observar (Ver Tabla 1) que con los precios actuales y con un rendimiento de 30quintales (qq), la tasa de retorno es de 109 por ciento en seis meses, esto significa que invirtiendo 100 pesos en seis meses se recuperan los 100 pesos más una ganancia de 109 pesos (30,5% semestral si el cultivo se realiza en campo arrendado, lo que equivale a una tasa anual del 70,3%).
Ahora, si el mismo análisis se realiza sobre el cultivo de maíz, se puede observar que la TIR (Ver tabla 2) para un rendimiento de 77,5 qq es de 57,61%, y 9,54% respectivamente, mostrando una diferencia importante a favor del cultivo de soja.
Además esa diferencia se amplificaría si se considera la probabilidad de obtención del los rindes previstos para cada cultivo.
Este resultado no sólo muestra los por qué de la expansión de la soja sobre el maíz, sino también la razón por la cual, a pesar de la crisis, los arrendamientos no disminuyen y la presión por la compra de tierras siga siendo importante y nuevos participantes ingresan al sector.
Desde esta óptica, el negocio agropecuario y particularmente el de la soja es excelente, y muestra claramente a qué se debe el aumento del área.
Sin embargo, como todo lo que se mide es en porcentaje, para que la tasa obtenida se convierta en un valor absoluto importante debe combinársela con una importante inversión de capital también importante, y es aquí donde se encuentra el verdadero problema del sector agropecuario.
La crisis golpea a los más chicos
Para que una empresa familiar pueda soportar un retiro de fondos de cierta magnitud debe también lograr un tamaño similar, lo que demuestra que la crisis actual del sector no es general, sino más bien de aquellos que no desarrollaron una estrategia de crecimiento sólida y coherente con la visión compartida de la familia, sea esta por falta de ahorros para reinvertir en el mismo negocio o por falta de desarrollo de nuevos nichos de negocios.
Hoy lo que está en crisis es un tipo de gerenciamiento que privilegia el gasto antes que el crecimiento, que profundiza la expansión horizontal de la empresa con capital de terceros sin evaluar riesgo y alternativas, que no tiene capacidad innovadora a la hora de generar nuevos negocios y/o servicios mano de obra intensivas y no capital intensivo (factor sumamente escaso en la mayoría de nuestras empresas) y que privilegia el retiro monetario antes que repartir una parte de las ganancias que han decidido no reinvertir.
La creencia argentina sobre su condición de granero del mundo hizo olvidar que toda gran empresa exitosa en la actualidad fue, alguna vez, una pequeña empresa basada en una idea de lo que debería ser el futuro.
En la reinversión deliberada y consciente de buena parte de sus ganancias, en la mejora del negocio actual y en el desarrollo de nuevas oportunidades está el secreto fundamental de cualquier actividad empresaria.
(*) Consultor y asesor del
Programa Federal de Reconversión Productiva Cambio Rural.