Cuando los miedos alcanzan umbrales patológicos: cuando la ansiedad impide vivir bien; cuando se siente algo parecido a un infarto, con cantidad de síntomas físicos, sensación de muerte, de volverse loco, y esto se convierte en un ataque de pánico, se debe pensar en pedir ayuda. Los trastornos de ansiedad (pánico, fobias social o específica, agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de estrés postraumático) los padecen más de un 20% de la población. En este momento son el primer motivo de consulta psicológica o psiquiátrica, superando las motivadas por depresión. Es importante que la persona que los padece comprenda qué le pasa y por qué le pasa, para colaborar conscientemente en un tratamiento que en forma gradual y progresiva modifique su comportamiento y le permita vivir de una manera normal. Estas patologías no se pueden superar con voluntad como mucha gente cree. La farmacología y la terapia cognitiva-conductual han demostrado ser en la actualidad los tratamientos más eficaces y que a corto plazo dan una respuesta positiva. La ansiedad, tan necesaria para vivir, en este momento social de estrés e inseguridad sostenida, desencadena en personas predispuestas y con una historia de vida particular, distintos trastornos que en algún momento de su evolución suelen desencadenar una crisis de angustia con ataque de pánico y/o agorafobia. El ataque es una expansión aislada de un miedo muy intenso y va acompañado de por lo menos cuatro o cinco síntomas: palpitaciones, sudación, temblores o sacudidas, ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, mareo, desrealización. Se teme morir o volverse loco. Lo llaman "el gran simulador", pues casi siempre debuta en una sala de emergencias creyendo en una patología médica grave. Tiene una base psiconeurobiológica y frecuentemente no viene solo, se le agrega la agorafobia. El agorafóbico evita salir, y su calidad de vida disminuye. Otras veces el ataque de pánico ocurre como consecuencia de una fobia social, un gran temor al desempeño social. Se siente miedo a exponerse a la presencia de otros por miedo a ser evaluado y quedar como tonto. La persona se siente tímido, teme dar una mala imagen, hacer el ridículo y por lo tanto evita integrar grupos, salir, enfrentar un trabajo o una carrera. La fobia social puede estar generalizada o aparecer sólo en una situación determinada. Vivir sin Fobias es un grupo de profesionales que ofrece información, asesoramiento y ayuda para las personas que sufren ataques de pánico y trastornos de ansiedad. Funciona los segundos y cuartos lunes de cada mes, a las 19.30, en Rioja 3012, con entrada libre y gratuita. También pueden acudir familiares de personas afectadas y profesionales interesados. Mayores informes pueden obtenerse llamando al teléfono 4394627, de 16 a 20. Mirta Granero Psicóloga
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