Jerusalén. - El ejército israelí se retiró ayer del poblado palestino de Beit Jala, en respeto a un acuerdo de cese del fuego limitado sólo a esta área, pero la violencia continuó en el resto de los territorios donde murieron tres personas, dos palestinos y un israelí. La autorización para el repliegue fue otorgada por el gobierno israelí y al amanecer los tanques encendieron los motores y retrocedieron, ubicándose en posiciones cercanas a Beit Jala. Raanan Gissin, vocero del premier Ariel Sharon, expresó que las tropas se detuvieron en posiciones que les permitirían volver rápidamente a Beit Jala si desde esta localidad se reanuda el fuego de armas livianas y morteros contra Gilo, un barrio judío construido en la periferia este de Jerusalén, en un territorio ocupado en 1967. Un vocero militar expresó que el retiro de las fuerzas "se produce después de que los palestinos prometieron mantener la tranquilidad en el área y no disparar sobre Gilo". El repliegue, dijo en cambio Ahmed Abdel Rahman, un colaborador del presidente palestino Yasser Arafat, "es la conclusión de una aventura militar fracasada de las fuerzas de ocupación". Sobre la solidez del cese del fuego reina sin embargo un escepticismo general, tanto de los israelíes como de los palestinos, que deriva de la experiencia de una larga serie de treguas que resultaron efímeras. Esta es seguramente la convicción de los habitantes de Gilo, para una parte de los cuales el retiro de las tropas de Beit Jala resultó prematuro. Tanto en Gilo como en Beit Jala la jornada pasó en un clima de calma cargado de tensión. Bastaba el eco de un disparo, que en el silencio general tenía el efecto de un imprevisto latigazo, para desencadenar los nervios de los habitantes, ya puestos a dura prueba. En opinión de observadores políticos, Arafat y los demás líderes palestinos están sometidos a una creciente presión en vista de la escalada de violencia y la empobrecimiento de los territorios palestinos. Por ello, Arafat tiene un claro interés por que cesen los disparos desde Beit Jala hacia el vecino suburbio judío de Gilo en Jerusalén. Debido a esto, los próximos días y semanas son consideradas como un examen para probar si Arafat sigue dominando la situación. La radio oficial israelí informó ayer que ambos bandos estarían preparando una reunión bilateral para la semana próxima. Según la emisora oficial, el canciller Shimon Peres y el líder palestino Yasser Arafat se reunirán, en fecha a confirmar, en el puesto de bloqueo de Erez, en el ingreso norte de la Franja de Gaza. Mientras tanto, en el resto de los territorios se continuó escribiendo la historia a sangre y fuego. Un israelí de unos 60 años, Amos Tajuri, murió de un balazo disparado por un desconocido mientras cenaba, como solía hacer, en el restaurante de un amigo palestino en el pueblo de Nalin, cerca de Ramala, que está en una zona bajo administración palestina pero donde la responsabilidad por la seguridad es de Israel. El dueño del restaurante intentó salvar a su amigo lanzando una silla contra el homicida, que reaccionó disparando también contra él, pero sin alcanzarlo. En Hebrón, durante un duro enfrentamiento armado entre las tropas de guardia en el sector judío de la ciudad y francotiradores palestinos, murió el médico palestino Musa Ikdemat, de 50 años. Fuentes palestinas dijeron que fue alcanzado en el estómago por el fuego de los soldados, mientras volvía a su casa. En circunstancias similares, según fuentes palestinas, murió en Tulkarem un hombre de 32 años, Daud Fahmawi.
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