La Habana. - Los turistas norteamericanos saben perfectamente que tomarse un mojito o daiquiri en La Habana puede ahora costarles más caro que nunca. El Departamento de Estado, decidido a hacer respetar el embargo sobre Cuba, ha aumentado en los últimos meses el número de multas contra aquellos que han violado la prohibición de viajar a la isla caribeña. Hasta 55.000 dólares ascienden las multas, aunque la media suele oscilar en torno a los 7.500 dólares, según reportes de prensa norteamericanos. Pero todavía hay muchos estadounidenses dispuestos a correr ese riesgo con tal de conocer la isla bajo el gobierno de Fidel Castro. "Hemos oído sobre las multas, pero eso no nos hizo cambiar de idea. Creemos que la posibilidad de ser multadas es muy pequeña", afirmó Christiane, una profesora de California, saboreando un mojito frente a la catedral de La Habana. "Queríamos conocer Cuba antes de que levantaran el embargo", añadió su compañera de viaje Anne.
En los principales lugares turísticos de La Habana Vieja, el bello centro colonial de la capital cubana, es fácil encontrar, entre la masa de visitantes, a estadounidenses. Sobre todo en aquellos lugares relacionados con el escritor norteamericano Ernest Hemingway, que vivió varios años en La Habana antes de su muerte en 1961. El famoso bar La Bodeguita del Medio, donde Hemingway tomaba sus mojitos, es el mejor termómetro del turismo norteamericano. "Vienen muchos norteamericanos, es un lugar obligado", señaló con orgullo Julio, el portero del lugar.
A pesar del aumento de las multas son numerosos los estadounidenses que se acercan en estos sofocantes días veraniegos a esta meca del ron con hierbabuena y limón, componentes del mágico cocktail cubano. "No tengo miedo de las multas, la prueba es que estoy aquí", afirma Robert, un ciudadano de Washington que se niega a dar más detalles sobre su identidad. "No lo pensé dos veces antes de venir", afirma su amigo Will, igual de cauteloso.
Desde terceros países
Todos ellos afirman haber extremado las medidas de precaución sobre su viaje, viniendo a través de un tercer país y evitando que las autoridades cubanas sellaran su pasaporte. Y la mayoría se lo pensará dos veces antes de llevarse a casa como recuerdo algún típico souvenir cubano, como puros habanos o ron, para evitar que esto les delate. "Incluso si no tengo miedo, hay que tomar precauciones", afirmó Robert.
El número de turistas estadounidenses a la isla crece cada año. La prohibición de viajar y el temor de ser multado no ha hecho sino aumentar el atractivo de Cuba, verdadera "fruta prohibida" del turismo norteamericano.
De acuerdo al gobierno cubano, en 2001 unos 200.000 norteamericanos visitaron la isla, de los que 150.000, según el Departamento de Estado, lo hicieron con un permiso especial, en la mayoría de los casos por tratarse de cubano-norteamericanos que venían a visitar a su familia.
Según esas cifras, unos 50.000 habrían venido entonces ilegalmente a través de terceros países, como Canadá, México o Jamaica, y son los que ahora enfrentarían el riesgo de ser multados. "Me parecería una ridiculez, no creo que sea multada", afirmó la estudiante Stephanie en el bar Floridita, el favorito de Hemingway para tomar sus daiquiris.
De mayo a julio, el Departamento del Tesoro envió 443 cartas poniendo multas, contra 74 en los cuatro meses precedentes. El presidente George W. Bush anunció nada más llegar a la Casa Blanca que reforzaría el embargo que Washington mantiene sobre la isla desde hace más de cuatro décadas.
Sin embargo, la Cámara de Representantes votó en julio pasado a favor de suavizar esta prohibición de viajar a la isla caribeña que, antes de la revolución de Castro en 1959, era uno de los destinos favoritos de los estadounidenses.