Unos 300 pavos reales, algunos azules y otros blancos, viven en una granja de Sierra de los Padres, donde se mueven graciosamente entre gallinetas de Guinea, perdices griegas, patos mandarines y ciervos.
Walter Dibene aprendió de sus padres, Osvaldo y Mirta, los secretos de la cría intensiva de pavos reales, una actividad única en el país. Mirar el parque de 7 hectáreas de la granja La Mirta Josefina, en época de celo, es ver 150 machos con la cola desplegada y las plumas abiertas.
El plumaje es una mezcla de colores muy vivos, verde, azulado, blanco y rojo. En cambio las hembras no tienen ese esplendor; sus plumas son marrones y verdes en el cuello. Con las 20 plumas de la cola los machos forman un séquito largo que se abre como una rueda durante la parada nupcial.
Esas plumas movibles son las que hacen vibrar su cola, un murmullo con el que atraen a las hembras. Pero al finalizar la época de celo las vistosas plumas se caen, para volver a crecer, aún más largas, la temporada siguiente.
Dibene explica que cuando el pavo real tiene entre 6 y 7 años su cola alcanza 2 metros de largo, y agrega que el promedio de vida de estos animales oscila entre 20 y 25 años, "aunque son buenos reproductores hasta los 15".
Exótica reserva
Osvaldo y Mirta habían iniciado esta actividad hace 20 años, como un hobby, pero se apasionaron tanto que convirtieron la granja en una exótica reserva de "aves del paraíso". En un hábitat para flamencos, gallinas armiñadas -doradas y plateadas- conejos de Flandes, gallinas sedosas y faisanes dorado limón.
En este paraíso los pavos reales vuelan raso, descansan, comen, duermen en los árboles, todo con tanta naturalidad como si vivieran en estado silvestre. Un miembro de la familia Dibene acompaña a los visitantes y explica los procesos que realizan con las aves desde su nacimiento.
"El objetivo de la cría -dice Walter- es la venta de los animales, que la gente compra como mascotas para parques y jardines, aunque también están comprando pavos reales los que quieren dedicarse a la reproducción".
"Los pavos reales no son agresivos; son animales mansos que siempre se quedan donde se les da de comer. Nosotros les damos raciones de alimento balanceado, con muchas proteínas, sobre todo cuando son chiquitos. Pero como están sueltos, también comen pasto y bichitos que encuentran en el parque", agrega.
Cuando los Dibene convirtieron esta actividad en un emprendimiento comercial, comenzaron a seleccionar los huevos de las hembras reales para enriquecer la producción utilizando incubadoras. La experiencia fue muy buena y actualmente crían de esa manera, por temporada, unos 1.000 pichones.
"El trabajo es muy intenso pero también gratificante", confía Walter, refiriéndose a la técnica que deben seguir. "Los huevos tienen que estar en la incubadora entre 27 y 28 días, a una temperatura de 39,5 grados centígrados, y hay que darlos vuelta entre 5 y 7 veces por jornada".
Después de conocer la incubadora, los visitantes recorren otra sala -la "nacedora"- donde los pichones tienen que estar alrededor de 42 días, a una temperatura de 32 grados. Recién a los 90 días se realiza la suelta al parque, cuando ya la temperatura es agradable.
Durante esta visita guiada se conoce, por ejemplo, que de la cruza del pavo real blanco con el real azul, los pichones siempre son azules. "Por eso la raza blanca es mucho más escasa, incluso en la India, país del que son originarios", indica el criador.
En La Mirta Josefina hay unos cuantos carruajes antiguos que los dueños acondicionaron para llevar a los turistas a conocer toda la granja. De las gallinetas de Guinea dicen que "son animales muy guardianes, en especial de su zona, y que si ven algo extraño enseguida comienzan a gritar". Las perdices griegas ponen huevos con bajo contenido de colesterol, además de tener una carne excelente. Se las utiliza mucho en los cotos de caza de Europa porque vuelan rápido. También es interesante observar a las "palomas de frío", que crían plumas en sus patas para protegerse de las bajas temperaturas.
En la granja cuentan una historia de amor entre faisanes, y de qué manera están comenzando a ensayar la cría de los faisanes dorados, ejemplares que coronan su cabeza con un copete amarillo.
Pero las aves más curiosas de la granja son los faisanes Lady Amherts, una raza en la que machos y hembras sólo se juntan en la época de celos. Pasado ese período se agreden tanto que llegan a matarse. Este faisán, irritable y nervioso, es el que se cruza con gallinas para obtener gallos de riña.
Los ñandués y tres variedades de ciervos, el dama, el antílope y el colorado, son otros atractivos de esta nueva propuesta del turismo didáctico, una visita que se puede realizar todo el año.