Al menos 75 personas murieron en la madrugada de ayer en un hotel de la periferia de Manila como consecuencia de un incendio que transformó un edificio declarado como poco seguro en una prisión de fuego a prueba de fugas, según definieron fuentes de los bomberos. El Manor Hotel tenía las salidas de seguridad bloqueadas, la alarma contra incendio fuera de uso y muchas de sus ventanas protegidas por hierros decorados que evitaron cualquier posibilidad de escape.
Los bomberos consiguieron salvar a 18 personas removiendo los enrejados con sierras circulares especiales.
Desde el exterior, decenas de testimonios manifestaron que vieron a algunos pasajeros debatirse entre el terror y la impotencia, mientras las llamas los consumían.
La tragedia, ocurrida en Quezon City, un populoso suburbio de la capital de Filipinas, se originó, según las primeras investigaciones, en un cortocircuito en un acondicionador de aire de uno de los restaurantes del hotel. Las víctimas son todas de nacionalidad filipina.
En los hospitales de Quezon City fueron internadas 54 personas por quemaduras de variada gravedad e intoxicación por efectos del humo. Otras 80 personas, según cálculos provisorios, permanecen desaparecidas.
Construido en la década del 70, el Manor Hotel, de seis pisos, no fue proyectado para ser un albergue y en su parte posterior no existen ventanas y las estructuras de seguridad no eran para nada las adecuadas. Era considerado un hotel de clase baja.
Ricardo Nermenze, funcionario de los servicios contra incendio, manifestó que dos meses atrás habían intimado a los propietarios a poner la estructura en regla. Las luces de emergencia no estaban instaladas y las rejas de las ventanas eran fijas. "Más que un albergue u hotel parecía una cárcel", afirmó un periodista en el lugar del hecho.
En el momento de la tragedia el Manor Hotel tenía 236 personas registradas, 160 de ellas pertenecían a un congregación evangélica internacional con sede en Dallas, Estados Unidos, que había organizado en Quezon City un seminario de dos días en los que participaban más de 8.000 fieles.
Los bomberos debieron luchar contra las llamas por más de tres horas antes de poder ingresar al hotel.
La mayoría de las 75 víctimas murieron sofocadas y gran parte de los cuerpos fueron hallados en los baños del edificio.
"Los huéspedes de refugiaron en los baños para huir del fuego y refrigerarse con agua", explicó un vocero de la policía de Quezon City.
Pánico y desesperación
En toda la zona donde está ubicado en Manor Hotel, durante toda esta madrugada, reinó el pánico y la desesperación.
Los sobrevivientes aterrados caían presas de incontrolables ataques de histeria.
Eugene Schwebler, estadounidense, comentó que halló varias vías de escape bloqueadas y "con una fuerza que no pensaba que tenía, arranqué el acondicionador y sólo así pude escapar", manifestó.
La presidenta de Filipinas, señora Gloria Arroyo, ordenó la inmediata apertura de una investigación y concurrió a uno de los hospitales para interiorizarse de la salud de los heridos.
El responsable de los servicios contra incendio de Quezon City fue destituido de su cargo.
Esta tragedia fue la más grave desde la destrucción, en 1996 y también en Quezon City, de la Ozono Disco Pub, en la que murieron 166 personas.