Año CXXXIV
 Nº 49.207
Rosario,
lunes  13 de
agosto de 2001
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No hubo violación porque al parecer eran consentidas
Condenado a prisión por tener relaciones sexuales con la hija
Le impusieron diez años de cárcel. La madre estaba al tanto del vínculo incestuoso

Un hombre deberá pasar 10 años en prisión por haber mantenido relaciones sexuales reiteradas con su propia hija menor de edad. El juez del caso lo condenó por el delito de corrupción de menor agravada por el vínculo, aunque lo absolvió de la acusación de violación que hizo el fiscal por el beneficio de la duda: para el magistrado, lo más probable es que las relaciones hayan sido consentidas por la hija -e incluso por su madre, que no ignoraba los hechos- y no forzadas por el padre.
El condenado es un vendedor ambulante de 43 años que tiene otros tres hijos varones. El mismo inició a su cuarta hija en las prácticas sexuales cuando la chica tenía 11 o 12 años. Al principio sólo la tocaba y se hacía acariciar por ella, pero con el tiempo comenzó a penetrarla y esta práctica se hizo regular.
Un día, cuando la chica ya tenía 16 años, escapó de la casa y le dijo a una vecina que el padre la violaba. La mujer sugirió que lo denunciara y la acompañó hasta una comisaría. Así comenzó una investigación que permitiría descubrir datos sorprendentes sobre las tortuosas relaciones en el triángulo compuesto por el hombre, la hija y la madre de la adolescente.
Según la chica, su padre siempre la había forzado a tener sexo con él. Además, su madre lo sabía y ambas eran permanentemente amenazadas para mantener el secreto sobre lo que ocurría puertas adentro del hogar. Es más: la mujer había presenciado más de una vez esas relaciones y había callado por temor a su marido.
La madre confirmó esta versión y dijo que si no la denunció fue por miedo. Incluso llegó a contar que su marido le había propuesto sumarse a él y la chica para mantener una relación de tres, pero que ella se había negado. Al principio también fue acusada de corrupción, pero después la sobreseyeron.
El hombre, en cambio, contó una historia distinta. Juró que él jamás había sometido a la hija y que las relaciones eran consentidas por ella y aprobadas por la madre, que nunca puso reparos. Cuando le preguntaron por qué entonces la chica finalmente lo había denunciado, dijo que creía que se debía a que había anunciado un viaje a Mar del Plata para conseguir trabajo. "Lo habrá hecho porque le dije que no la llevaría", declaró sin inmutarse.
Más allá de las diferentes interpretaciones realizadas por los tres protagonistas de esta increíble historia, lo que quedó claro durante la investigación judicial es que las relaciones entre el padre y la hija eran una práctica común y se prolongaron durante casi cuatro años. De hecho, al revisar a la chica los médicos forenses comprobaron dos cosas: que su relato era coherente y no fabulaba, y que mantenía relaciones vaginal y analmente en forma habitual y desde hacía mucho tiempo.
A la vez, los forenses no encontraron huellas de golpes ni nada que hiciera pensar en un sometimiento por la fuerza.
Con todos estos indicios, el fiscal de la causa pidió que el hombre fuera condenado por violación y abuso de menor agravado por su condición de padre. Pero al cabo del juicio el juez Luis Giraudo consideró probada sólo la segunda parte de la acusación, dado que nunca se detectó ni un solo indicio del empleo de violencia para someter a la chica.
Igual el hombre no zafó de la pena que le pidió el fiscal. Giraudo le aplicó una sanción de 10 años de prisión, aunque el fallo está apelado. La sentencia definitiva se conocerá en las próximas semanas.


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