Luis Castro Fernando Gabrich
El paro impulsado por Futbolista Argentinos Agremiados obligó a los jugadores a tener un domingo distinto. Esta vez, como el pasado fin de semana, no hubo sábado de concentración ni almuerzo liviano ni viajes en micro. Tampoco estuvo presente la tensión que impera al jugar cada domingo y las acostumbradas charlas tácticas le dieron lugar a los diálogos y las discusiones familiares. En definitiva, el fútbol dio un paso al costado en la vida de los jugadores y les brindó la posibilidad de pasar otro día diferente. Lejos de las canchas y cerca de sus íntimos. Entonces, los muchachos de Newell's y Central jugaron el sábado sus respectivos partidos amistosos con Colón y Unión y después se entregaron a un domingo en familia y con amigos. Así, el goleador auriazul Juan Antonio Pizzi se quedó en Santa Fe junto a su familia luego del empate ante los tatengues y disfrutó del Día del Niño con sus hijos, mientras que el defensor rojinegro Fernando Crosa almorzó en su casa rosarina junto a sus familiares más cercanos. A su vez, algunos sacaron a relucir su costado criollo y se dedicaron a la parrilla. Uno de ellos fue Germán Real, quien demostró sus virtudes gastronómicas y preparó un asado para disfrutar junto a los suyos. Otro que también dedicó el día a la familia y se encargó de prender el fuego para asar un costillar a la parrilla fue el Negro Daniel Quinteros. El defensor leproso Raúl Damiani también tuvo que dedicarse a poner la carne en el asador. Algunos aprovecharon el domingo sin fútbol y emprendieron el viaje a sus respectivos pueblos. Tales son los casos de Laureano Tombolini, que dividió el domingo entre el almuerzo familiar y el fútbol regional. El Tombo, nacido futbolísticamente en las inferiores de Juventud Unida de Santa Isabel, no pudo dejar de lado su fanatismo por ese club y pasó la tarde tomando mate y mirando fútbol con la ñata contra el alambrado. Por el lado rojinegro, el juvenil Leonardo Ponzio también optó por emigrar a su querida Las Rosas. El campeón juvenil, a diferencia de Tombolini, no pudo ir a ver a su equipo Willians Kemmis, ya que no se clasificó para las finales de la Liga Cañadense y entonces prefirió una mateada y charla con sus padres y amigos. Los otros dos campeones juveniles del último Mundial Sub 21, Mauro Cetto y Maxi Rodríguez, coincidieron en las actividades de un día sin fútbol. Mientras que el defensor centralista se juntó a las 14 a almorzar pastas caseras junto con sus familiares, el volante leproso se quedó pegado a la almohada hasta pasado el mediodía y después la pasó con los parientes y amigos más íntimos. Fue un domingo diferente para la gente del fútbol profesional. Hubo asados, festejos del Día del Niño, reuniones familiares y hasta una escapada en barco al Paraná para disfrutar de la pesca, como el caso del Torpedo Federico Arias. Los jugadores rosarinos se organizaron y disfrutaron de una jornada a la que no estaban acostumbrados a vivir en tiempos estables. La crisis los obligó a cambiar el fútbol por la familia.
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