 |  | Una derrota dura e injusta para Argentino de Rosario Un penal cambió la suerte de Argentino y Armenio lo aprovechó para sumar tres puntos clave
 | Argentino se encontró con una derrota que no mereció sufrir. Pasó de tener el juego y el resultado controlado en el primer tiempo al descontrol y la derrota durante la segunda mitad. El momento clave fue el último minuto de la primera etapa, cuando el árbitro Pablo Castagnino le otorgó a Armenio un penal inexistente con el que logró el empate transitorio. De todos modos, el partido fue de trámite mediocre. Con predominio de pelotazos como único recurso, especialmente del lado local. Y los salaítos supieron aprovechar su momento para ponerse en ventaja en una jugada de pelota aérea, cuando Corman la bajó con inteligencia en el segundo palo para que Robisso no tuviera más que empujarla al gol con un cabezazo ya dentro del área chica. Argentino pudo liquidarlo pero le faltó frialdad y contundencia. Armenio era puro pelotazo y ninguna idea hasta que el árbitro le posibilitó el empate a través de un penal que sólo él vio y que Godoy, con sus botines amarillos, aprovechó para colocar la pelota contra el palo opuesto al que eligió Del Vecchio. En la segunda mitad el local se hizo más fuerte en la pelea por el mediocampo y tuvo su mejor momento cuando Bilibio colocó con sutileza un tiro libre en el ángulo del arquero visitante para decretar el 2 a 1, que fue definitivo. La jugada había sido muy conversada, la barrera acomodada una y otra vez por Del Vecchio, pero la maestría en la pegada del defensor de Armenio superó todas las previsiones. Así, los locales se encontraron con el partido que más querían. Priorizaron conservar el bloque defensivo, ya no soltaron a los volantes como cuando el resultado les era adverso y entonces si bien Argentino lo intentó, casi nunca logró inquietar al arquero Néstor Lima. El recurso de proyectar a los carrileros, que había sido bien utilizado en el primer tiempo, dejó de funcionar. Dominó la fricción y la pelea desprolija por cada pelota sin que nadie lograra ponerla contra el piso y darle buena circulación. Así y todo los salaítos probaron desde afuera del área en busca del empate, pero ni un remate de Rubio ni los cabezazos de Bagüí y Akerman, a dos minutos del final, pudieron revertir el resultado. Armenio, que se aferró con uñas y dientes a la mínima diferencia, festejó el triunfo y Argentino pagó caro su falta de ideas para pasar la pelota con criterio entre la maraña de piernas local. El árbitro había incidido en la suerte del salaíto, pero eso ya era parte de la historia.
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