 |  | "La palabra y el pensar se ejercitan tanto como el físico, y con tiempo", señaló Para el psicoanalista Juan Nasio "el niño no debe ser el rey de la familia" El rosarino, condecorado en el 99 con la Legión de Honor, reflexiona sobre la comunicación con los chicos
 | Laura Vilche
Cuando en el 99 lo premiaron en París con la Legión de Honor (una condecoración del gobierno galo a quienes demuestran méritos eminentes) recordó ante el público una escena de su infancia. "Ocurrió en el verano de mis 11 años. Tomé mi lapicera y, sin pensarlo, tracé una curva puntuada en tres marcas sobre una sábana blanca con la que mi madre cubría el mobiliario. Enojada, descubrió mis graffitis y me preguntó qué significan esos garabatos: le contesté que era la línea de mi vida, que en la primera marca terminaría el Liceo, en la segunda sería médico y en la tercera recibiría el premio Nobel de Medicina". Así, Juan David Nasio había delineado de alguna manera su destino. Cumplió con dos de esos presagios y ahora, que es un psicoanalista reconocido, admite ante La Capital que volver a la Argentina, y precisamente a Rosario, lugar donde nació hace 59 años, es como lograr esa tercera marca. A Nasio no le falta carta de presentación. Trabaja desde hace 35 años con adultos, adolescentes y niños, fue invitado por Jaques Lacan a participar de una investigación, escribió junto a Françoise Doltó el libro "El niño del espejo" y cuenta en su haber con la autoría de 17 textos más traducidos en decenas de lenguas. Brindará mañana, para el público en general, la conferencia "¿Cómo escuchar a un niño?". Invitado especialmente por el director de la la Fundación Italia (Fernando Passaro), Nasio disertará a partir de las 19.30 en Jujuy 2553. También presentará dos casos clínicos: uno sobre una niñita enferma de esquizofrenia, y otro, el de un bebé triste. -¿Cómo deberíamos los adultos escuchar a los chicos? -Este es un tema que me preocupa, tanto como a los padres, maestros, jueces de niños, pediatras y a psicólogos. Para hablar auténticamente con los niños hay que tener en cuenta varios aspectos: primero hay que tener algo para decir, sin hacer largos discursos. Luego, hay que estar habitado por una convicción:el niño va a entender por más bebito que sea. Cuando una madre deja a su bebé en la guardería y le explica que se va a trabajar y que luego regresará a buscarlo, el niño se queda tranquilo. También hay que hablarle con palabras simples, bien pronunciadas, mirándole a los ojos, con autenticidad, en forma digna y respetuosa. Por último, hay que darle tiempo a la comunicación, sé que los adultos estamos muy apurados y a veces no escuchamos o, si lo hacemos, nos ponemos impacientes y nos anticipamos a lo que el chico nos quiere contar. Pero, la palabra y el pensar se ejercitan tanto como el físico y con tiempo. -También se habla jugando o con un chirlo... -Y yendo al cine, contando historias familiares, mostrándole fotos. A los chicos les encanta escuchar las historias familiares, también la de ellos mismos, una y otra vez. Hay que repetirlas porque para crecer hace falta la sopa y conocer la propia historia. Y el chirlo, por cierto que comunica. Es la marca de la ley, de la convivencia social que le hace ver que no está solo en este mundo. El niño debe aprender que hay reglas: que hay hora de comer, de dormir; y que si no tiene hambre, debe sentarse igual a la mesa a compartir. Esto de hacer suyo el ritmo familiar lo debe aprender de pequeñito, luego se hace más difícil. Pero no hay que abusar del chirlo, menos sin explicación, tampoco del grito. El grito es bueno si no asusta y es progresivo, si uno repitió más de una vez las cosas es normal que se acabe la paciencia... -Algo así como enseñarle a que no es el pupo del mundo... -Claro. Y en ese sentido también es importante que descubra y confirme que no es el centro exclusivo de la madre y el padre. Cuando me preguntan cuál es la mejor manera de criar a un hijo respondo: enseñándole que no es el centro de la familia, que no debe serlo. Por supuesto que debe ser amado infinitamente. Debe comprender que la madre y el padre quieren a alguien más, que el elegido para ella o para él es su pareja. Que el niño no es el elegido, ni el rey. -¿Qué sucede si los padres no pueden manejar los límites de esa relación triangular? -En general eso sucede con padres de edad. Hacen del niño rey un tirano, un caprichoso. Lo sobreprotegen y por fuera de su entorno familiar, ese chico es inhibido, callado, no juega, se angustia. -¿Cuáles son las causas más comunes de consulta en niños? -Las dificultades escolares, la incontinencia (enuresis) pasados los 4 años, la agresividad, el insomnio, los problemas de alimentación y los celos. -¿Siempre es necesaria una terapia? -No. Los padres desesperados consultan, pero es el profesional quien debe aconsejar en este sentido. En particular aconsejo terapias de seis meses a dos años, no más. Algo importante, más que buscar escuelas psicológicas, los padres deben sentir que el terapeuta es una buena persona. Y algo más, siempre se dice que el psicoanálisis es largo, caro y doloroso, pero -y esto lo digo para todos los pacientes- el gasto pesa menos, si lo relacionamos con lo que está en juego: conductas de fracaso, crisis de pareja, trastornos sexuales, relaciones dramáticas con un hijo, soledad. -¿Y cuáles son los motivos de consulta más recurrentes de mujeres y varones adultos? -La angustia del hombre de hoy es la del poder, la de la mujer es la del querer. Poder, no en relación a lo político social. Sino el sentimiento íntimo que experimenta un hombre de poder realizar una acción, de sentirse potencialmente capaz. Siempre se pregunta si podrá lograr las cosas, si podrá satisfacer el pedido de otro. Quiere ser amado no por lo que es, sino por lo que puede dar. La mujer, en cambio, se siente mujer cuando la mano del hombre la acaricia, cuando su palabra la reconoce. Su miedo es el de ser abandonada por ese a quien ella ama, un miedo que la condena a la soledad. -¿Usted se sigue analizando? -Ya no. -¿Fue un buen paciente? -No sé (se ríe). Creo que un buen paciente es alguien que tiene disponibilidad para entrar a uno mismo. No todo el tiempo, sino cuando las cosas van mal y se necesita volver hacia adentro para tratar de entender lo que está pasando. Alguien que sabe entrar adentro de sí mismo. -Le pregunto esto porque usted habla del amor y de la fe como actos de espera. Y el paciente en cierto modo hace eso: espera. -Es que la vida, mientras se tienen ganas de vivir, es una espera activa, en la que se lucha y avanza. Tengo que esperar del mañana para poder saborear el acto de hoy.
|  El psicoanalista Juan Nasio trabajó con Jaques Lacan. |  | Ampliar Foto |  |  |
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