Año CXXXIV
 Nº 49.207
Rosario,
lunes  13 de
agosto de 2001
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Día del Niño. Jueguitos en el Independencia y el Hogar del Huérfano
Aunque no salió el sol, los chicos coparon ayer el parque
También hubo globos, helados y espectáculos en el Hogar del Huérfano y en la cárcel de hombres

Isolda Baraldi

Desafiando el día nublado y la falta de dinero miles de familias eligieron el Parque Independencia para festejar el Día del Niño, donde a los tradicionales jueguitos mecánicos se agregaron alternativas para jugar y consumir. "Me llevo las motitos", dijo exultante Ezequiel, de 11 años, luego de que por un peso y tras un tiro estratégico con la pelota, derribó seis latas de pinturas y se ganó un premio. La madre, contenta y con otro hijo en brazos, intentó que el niño eligiera una jarra de vidrio azul, pero finalmente Ezequiel se salió con la suya: se llevó sus motitos de plástico.
No sólo los espacios verdes fueron escenario de los festejos al aire libre, o gasoleros. Una gran fiesta tuvieron los chicos del Hogar del Huérfano, rodeados de juguetes, globos, golosinas y helados. También en la cárcel de Riccheri y Zeballos las autoridades provinciales organizaron espectáculos para los hijos de los internos. Mientras tanto, en Villa La Lata cortaron el tránsito y los vecinos salieron a festejar a su manera y en plena calle.
El laguito y las instalaciones del Independencia ofrecieron a todo por un peso la posibilidad de disfrutar de un domingo especial. Embocar con con un aro de plástico, en 5 chances, a cuadraditos de madera, salía un peso y ofrecía como trofeo pelotas gigantes, o portarretratos de plástico y otros productos baratos. Pero había más. Regalos sorpresa a eligir, obviamente, también por un peso. Dentro se podía encontrar alguna muñequita o un par de bijouterie brillosa. "Dale papi, comprame uno no seas malo", pidió Jéssica, de cinco años, con insistencia, quien finalmente rompió el papel a cuadraditos opacos del paquete y se encontró con un muñequito de peluche celeste.
Pero no todos los chicos estaban de festejo en el Independencia, muchos de ellos ayudaban a los padres en los cientos de puestos de ventas que iban desde cotorras y hamsters, camisetas de todos los clubes de fútbol; discos y cassetes de dudosa procedencia hasta radiograbadores y objetos viejos. El rubro gastronómico no se quedó atrás: pororó, choripanes, empañadas turcas, facturas, tortas caseras y copos de algodón se ofrecían a cada paso, tentando a grandes y chicos.
Las familias con sillitas de plástico y reposeras, el mate y gaseosas de marcas no tradicionales, se instalaron sobre el césped del parque como en su casa. "Vinimos de la zona sur y trajimos a todos los chicos de la familia", comentó Isabel, al tiempo que señaló una treintena de criaturas que jugaban y pedían facturas.



Los chicos no se cansaron de dar vueltas en la calesita.
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