Año CXXXIV
 Nº 49.192
Rosario,
domingo  29 de
julio de 2001
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El predio de Federico Wildermuth, en Colonia Belgrano
Una reserva natural para defender el castigado ecosistema pampeano
En el corazón del centro-oeste santafesino cientos de especies animales conviven en franca armonía

Rubén Adalberto Pron

Colonia Belgrano. - En esta localidad ubicada a doscientos kilómetros al noroeste de Rosario, la Fundación Federico Wildermuth administra una reserva natural en la que se procura defender el comprometido ecosistema pampeano, preservar y multiplicar la fauna y flora sobreviviente a la sobreexplotación agropecuaria y la depredación por tala o caza indiscriminada. También procura repoblar en lo que sea posible el centro-oeste santafesino con especies en declinación o directamente en riesgo de extinción por falta de espacios adecuados para su desarrollo y reproducción.
Creada en 1991 a partir de una donación de los descendientes de Federico Wildermuth, la reserva ocupa un área de 13 kilómetros cuadrados en cuyas lagunas y pastizales encuentran refugio y sustento plantas y animales amenazados. Desde 1999 está reconocida como reserva provincial. Es administrada por Heinz Opplinger, un antiguo gerente del zoológico de Zürich, en Suiza, a quien secunda Gabriela Krauer.
"Llegué por primera vez a América hace treinta años. Buscaba animales y orquídeas en el Amazonas peruano y la mitad de mi corazón quedó prendado de esta tierra. Cuando la Fundación Wildermuth me ofreció administrar la reserva no dudé en venir a la Argentina, que ya había conocido en algunos viajes de vacaciones", cuenta Opplinger.
Desde la casa en la que vive, en la última calle de Colonia Belgrano, se divisa el campo santafesino. Y unos doce kilómetros al sur de allí está la reserva. Son mil trescientas hectáreas donadas por los herederos de Federico Wildermuth, un austríaco llegado al país hace más un siglo que compró tierras en la cañada de Rosquín, estableció estancias y fundó el pueblo que lleva su nombre, cinco kilómetros al sur de Colonia Belgrano, a cuya jurisdicción pertenece.

De socios con la esperanza
En los fondos de la casa de Heinz y Gabriela una pareja de venados de las pampas espera que prosperen las tratativas con la Fundación Vida Silvestre que administra uno de los últimos santuarios de este cérvido autóctono en el Tuyú, cerca de la bahía de Samborombón, para ver si un intercambio de ejemplares logra salvar a la especie de extinguirse por endogamia o agotamiento genético.
"Pertenecen a la granja La Esmeralda, de la Dirección Provincial de Ecología y Protección de la Fauna de Santa Fe, que nos confió los animales en la esperanza de que en un ambiente más natural logren tener descendencia", relata Opplinger, puntualizando que la única cría nacida hasta ahora no sobrevivió, tal vez por inexperiencia de la madre primeriza.
Con referencia al financiamiento del proyecto que dirige, Opplinger explica que "la reserva arrancó con aportes de la Escuela Politécnica Federal de Zürich y de universidades alemanas, pero esas partidas ya no existen. Tampoco tenemos subsidios oficiales, aunque -corrige- una vez la provincia nos envió 500 pesos".
Afuera, en el patio, mientras una pareja de alborotadores chajáes se balancea sobre el vértice de unos altísimos árboles y un carpincho asoma desconfiado el hocico por entre unos cañaverales, un búho y un aguilucho langostero al que algún cazador le arrancó media ala de un disparo comparten un sector de jaulones donde se multiplican cardenales amarillos y martinetas coloradas, que ya no existen en la zona. "Necesitamos contar con unos sesenta ejemplares para soltarlas en la reserva, de manera que las que se adapten y sobrevivan puedan iniciar la repoblación natural", comenta Heinz sobre estas últimas.
A los ejemplares mantenidos en cautiverio porque sufrieron accidentes o fueron criados de una manera que les impide desenvolverse autónomamente, el acostumbrarse a la presencia humana los hace útiles para fotografiarlos y elaborar catálogos para exposiciones que realiza Sagittaria, Asociación Suiza para la Protección de la Naturaleza en la Argentina, una entidad que reúne fondos para apoyar la labor de la Fundación Wildermuth editando publicaciones y montando muestras como la que actualmente se exhibe en el zoo de Zürich bajo el nombre "Viva la Pampa", o la que se realizó hace dos años en el jardín botánico de Frankfurt, denominada "La Pampa, corazón de la Argentina".
El llamativo interés de instituciones europeas en la naturaleza argentina se explica en un volante que el que la Fundación Wildermuth propagandiza su labor. "En Europa occidental -dice- ya existen grandes extensiones inhabitables por causa de las industrias pesadas, producción masiva y centralizada de carne o contaminación radiactiva".
En muchas regiones de alta densidad demográfica de Alemania, Suiza y Austria están la mayoría de los sistemas hídricos naturales deteriorados por las canalizaciones, agotamiento y compactación del suelo. A esas naciones en la actualidad les está costando millones la renaturalización de ríos y arroyos. "En la pampa las cosas están mejor: si bien los problemas que hay son serios, el nivel de destrucción no es grande", aseguran.



Aves, reptiles y mamíferos viven en estas lagunas.
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