La erupción del Etna se convirtió en un negocio para un desocupado de Nicolosi, el poblado sobre la ladera del volcán amenazado por la lava. Aprovechando su permiso como residente en esa localidad (cerrada al turismo), el desocupado se inventó la profesión de acompañante de turistas curiosos en seguir de cerca la evolución de la colada, transportándolos en auto desde el pueblo al volcán (y viceversa). La tarifa era de 10 mil liras (menos de 5 dólares) para llegar a Serraopizzuta, a pocos centenares de metros del frente más avanzado, y de 5 mil para el regreso. El hombre fue identificado por los carabineros que lo denunciaron por ejercicio abusivo de la profesión.
| |