Año CXXXIV
 Nº 49.188
Rosario,
miércoles  25 de
julio de 2001
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Crisis. Polémica sobre la necesidad de un plan de salvataje para la Argentina
Argentina fue el tema del día para los expertos en EEUU
El secretario del Tesoro estadounidense fue duro con Argentina y provocó reacciones. Descartan un efecto contagio

La situación financiera de la Argentina parece no quitarle el sueño a los popes del establishment internacional, a la luz de las últimas declaraciones del secretario del Tesoro norteamericano, Paul O'Neill, y el titular de la Reserva Federal (FED), Alan Greenspan, aunque con argumentos bien distintos. Mientras O'Neill se opone a las ayudas extraordinarias y relativiza que un default argentino se contagie a otros países, Greenspan dijo que la situación del país es mucho más aliviada que en los tiempos de la crisis asiática hace cuatro años.
En el contexto actual aparece como poco probable un auxilio extraordinario para apagar un eventual incendio en Argentina, por lo cual se impone el ajuste interno. De esta forma, también se desdibuja el mito de que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, llegaba con el handicap de tener línea directa con los dueños de la canilla financiera del mundo.
Lo primero que hizo en el Departamento del Tesoro de la administración de George W. Bush, fue expresar su oposición a los grandes paquetes financieros de ayuda a los países que se encuentran en problemas.
Paralelamente no ha escatimado las críticas al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) por su papel en la estructuración de esos paquetes. O'Neill es de aquellos que fustigan a estos organismos "por derecha" y plantean que los inversores que pusieron plata en mercados riesgosos deben atenerse a las consecuencias. De todos modos O'Neill ha reconocido que el plan de ayuda a México, en 1995, tuvo éxito. No obstante, dentro de esta política de dureza siempre pesan las consideraciones estratégicas y, por ejemplo, Washington hizo jugar toda su influencia para el rescate financiero de Turquía, país ubicado en una encrucijada clave de la política internacional.
En cambio, la asesora de seguridad nacional, Condolezza Rice, una persona también enrolada en la línea dura, dijo hace diez días que la Argentina debe encarar sus problemas e indicó que los Estados Unidos no planea elaborar un paquete de asistencia.
Pero, la posición de Estados Unidos aún no está definida, y el propio presidente Bush no tuvo problemas en firmar la declaración de respaldo a la Argentina de los ocho países más industrializados del mundo.
Lo cierto es que Argentina deberá hacer los ajustes ya que el rescate del Séptimo de Caballería americana no parece muy dispuesto a salir. O'Neill disparó desde las páginas de la influyente revista londinense que una eventual explosión de la Argentina no se contagiará al resto de los países emergentes, lo cual reduce las posibilidades de que Washington abra el grifo.
Esas declaraciones cayeron como un balde de agua fría en el país. El secretario Pyme, Enrique Martínez dijo: "Eramos pocos y llegó O'Neill", mientras que el ortodoxo economista Manuel Solanet consideró los dichos del funcionario americano como "desmesurados y injustos".
El economista de la CTA Claudio Lozano señaló que las declaraciones de O'Neill son "una señal expresa de que en el contexto de recesión que tiene la economía de los Estados Unidos la viabilidad de programas para las estrategias que tienen los sectores dominantes en la Argentina están empezando a tener problemas".
Lozano recordó que "esto era sabido y conocido y en la práctica Cavallo experimentó esta medicina ya que apenas asumió dijo que tenía un crédito atado con los Estados Unidos pero esto no fue así, luego hizo un periplo por el mundo que terminó con el megacanje resuelto con los bancos y con pocos beneficios para la economía local".
El único que intentó bajarle el tono a los dichos del secretario estadounidense, y en alguna medida justificó esa posición, fue el secretario de Finanzas y viceministro de Economía, Daniel Marx, quien afirmó que la frase de O'Neill fue sacada de contexto.
Para el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, las palabras de O'Neill fueron "demasiado duras" y admitió que "en definitiva reflejan la incredulidad externa respecto a cómo es posible que los argentinos con el país que tenemos estemos dando vueltas siempre alrededor de los mismos problemas".
A esto se agrega además la desafortunada apuesta que hizo Jeb Bush, el hermano del presidente estadounidense y gobernador del Estado de Florida, quien se jugó sólo diez dólares a que la economía Argentina iba a salir adelante.

Greenspan es optimista
Por la vía optimista, el titular de la FED, Alan Greenspan, puso en duda un eventual rescate a la Argentina. Dijo que la Argentina parece estar avanzando en sus esfuerzos para estabilizar su economía y opinó que sus problemas son "más domésticos que internacionales".
"Según se observó en los últimos días -agregó- los mercados financieros, que son siempre la mejor manera de decir qué tan bien están yendo las cosas, han mejorado con respecto a Argentina, en relación a sus seguridades, bonos, tasas de interés y presión sobre la relación peso-dólar".
Por otra parte, Greenspan estimó que los riesgos generados por las dificultades actuales en las economías emergentes son menores que en 1997, momento de la crisis asiática. "El riesgo es menor y uno presume que puede ser contenido sin mayores problemas", dijo.



Bush aún espera, pero O'Neill no quiere salvatajes.
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