El volante Luciano De Bruno responde con soltura y convicción, como si estuviera tirando varias paredes junto a su compañero Gustavo Arriola. Mientras Pequi habla, Tom lo mira gesticulando afirmativamente y acata las órdenes sin pensar demasiado. Se nota que a ambos el potrero les ha enseñado que el toque y la gambeta son las armas más nobles para lastimar al eventual adversario. Y ellos actúan en consecuencia.
-¿Creen que las presiones que imperan en el fútbol profesional atentan contra la frescura de su juego, contra esas habilidades que ustedes traen del potrero?
-No, para nada. No creo que así suceda. Al menos lo digo por mi caso. A mí las presiones siempre me pasaron por un costado. Nunca le di demasiada importancia a aquellos que decían que tenía que correr más o cambiar mi forma de jugar para disputar un partido en la primera división. Por eso, cuando yo hablaba de la desmotivación me refería a que entraba a la cancha sabiendo que en el segundo tiempo seguro que me sacaban. Y esto que digo no es una crítica para el Patón Bauza, al contrario, porque hacia él sólo tengo palabras de agradecimiento por lo que hizo por mí. (De Bruno)
-Eso de las presiones es un poco de verso. Yo me crié en un ambiente muy jodido y ahí sí que se viven presiones, fundamentalmente cuando no tenés para comer. Pero en el fútbol lo único que tenés que hacer es jugar y tratar de respondarle al equipo. Dar todo lo mejor de vos para beneficio del grupo. No sirve de nada cambiar tu forma de jugar, uno juega al fútbol de la manera que lo siente. Tratar de hacerlo de otra manera sería como cambiar tu personalidad, y eso te quitaría la alegría de entrar a la cancha. (Arriola)
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La Ciudad
