Mauricio Tallone
Enviado especial.- Hubo un día en el que coincidieron por primera vez en el mediocampo de Central. Y la alianza se forjó en la primera cita, probablemente a la salida de alguna pared. La elegancia de Luciano De Bruno y el fútbol chispeante de Gustavo Arriola se miraron mutuamente como en un espejo y se dijeron hola. Aquella presentación bajo la tutela de Edgardo Bauza no necesitó preámbulo, en realidad una pelota de fútbol ya se había encargado de juntarlos desde la cuna. Lujo y gambeta; talento y desparpajo. El mostrador del tándem tiene una oferta buena y variada, capaz de colmar los paladares sibaritas que suelen abundar en las plateas del Gigante: “Creo que para cualquier futbolista jugar al lado de Tom es un lujo. Son esos jugadores que cuando les tirás una pelota te la devuelven redonda, como a mí me gusta”, señala De Bruno, para iniciar la charla sin apelar a su famoso quiebre de cintura. —Además de las virtudes futbolísticas que le reconocés a Arriola, ¿también te sentís identificado por la forma en que llegó a jugar en la primera de Central? —Sí, tanto Tom como yo venimos de dos familias muy humildes y que tuvieron que hacer muchos sacrificios para que pudiéramos dedicarnos al fútbol. —Y vos Tom, ¿también pensás lo mismo? —Sí, mis padres se rompieron el lomo trabajando. La gente no sabe lo que nos costó llegar a la primera de Central. Fuera del campo esas semejanzas se diluyen. De Bruno y Arriola pasan a ser, literalmente, el Pequi y el Tom. Y a pesar de que ambos son zafados, espontáneos y sus ojos destellan la agudeza de un humorista crónico, comparten el riesgo de chocar con ciertos prejuicios que recobran vigor en la elite futbolística: “Desde el primer momento que jugué con Tom me di cuenta de sus condiciones. Ya veníamos jugando en reserva, en cuarta y en quinta, y siempre hubo algo entre nosotros, un entendimiento. La verdad, me siento muy cómodo jugando al lado de él, somos del mismo palo”, destacó De Bruno. “Mirá, cuando uno juega junto desde las inferiores es lógico que pase eso. Además no voy a descubrir ahora qué clase de jugador es De Bruno”, devolvió el elogio Arriola. —¿Se tiran flores pero este año van a tener que competir por el puesto que dejó vacante Ezequiel González? —Sí, pero eso no tiene nada que ver. A mí siempre me gustó la manera de jugar del Pequi. Ojalá tuviera sus condiciones. (Arriola) —Ya que te la tirás de humilde, ¿qué cosas te gustaría tener de su juego? —Me encanta la tranquilidad que tiene para hacer la pausa en el momento justo o cuando el equipo no está jugando bien. En cambio yo voy para adelante, muchas veces me excedo en la gambeta y no sé poner el freno en el momento justo. —Y a vos Pequi, ¿qué cosas le envidiás al juego de Arriola? —Su gambeta. Tom pertenece a esa clase de jugadores que no sabés para qué lado te van a salir cuando llevan la pelota. Tiene tanta facilidad para sacarse la marca de encima que en una tarde inspirado te pinta la cara. Me gustaría tener algo de sus condiciones para ser un jugador más completo. —¿Es apresurado decir que la dupla Arriola-De Bruno va a dar que hablar en el 2001? —Ojalá, yo creo que tranquilamente podemos jugar juntos en la primera de Central. No soy de los que piensan que dos jugadores de parecidas características no pueden jugar juntos. Además en el esquema de Jota Jota no hay un enganche definido. (De Bruno) —Si nos juntamos con Pequi podemos darle mucha alegría al hincha de Central. Pero eso no depende de nosotros, ojalá que este cuerpo técnico nos dé la chance de jugar juntos. (Arriola) La mirada del dúo dinámico enfoca hacia el Apertura. El trono que dejó Ezequiel se asoma como el desafío a afrontar, casi una tentación para que el imaginario popular se dé el gusto de juntarlos.
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