La Habana. - En el famoso Malecón de La Habana, donde se congregan los cubanos para refrescarse y ver pasar la vida, la conversación ronda normalmente sobre asuntos cotidianos como el béisbol, la pesca o el precio de los frijoles. Pero algo cambió en Cuba a las 11.22 de la mañana del sábado 23 de junio. Desde ese día el Malecón, como otros lugares de reunión en la isla caribeña, ha sido testigo de otros temas de conversación algo más profundos. A esa hora, el presidente Fidel Castro, quien en 42 años ha aparecido como alguien invencible frente a su pueblo, se desmayó brevemente en medio de un discurso, debido al calor y el cansancio, delante de la multitud y de la audiencia televisiva. Por unos minutos, Cuba pudo ver una muestra de las emociones que surgirán a lo largo de la isla el día en que Fidel muera.
Aunque el líder de 74 años fue reanimado enseguida en una ambulancia y reapareció en menos de diez minutos, ese incidente conmocionó a la nación caribeña, puso sobre el tapete su mortalidad y rompió un tabú que existía en torno a la sucesión de "El comandante".
Negar la muerte es común en Cuba, y la de Castro, en particular, ha sido por largo tiempo un tema tabú en esta sociedad socialista que rinde tributo a la inmortalidad de las ideas y los principios. Es un elemento de la idiosincrasia que el propio Castro parece entender mejor que los funcionarios de su gobierno, que acallan a quienes se atrevan a mencionar que el líder cubano, como todo hombre, morirá.
Los dos grandes temas de los que ahora hablan abiertamente los cubanos son el tiempo que le queda a Castro en el poder y quién le reemplazará tras su desaparición de la escena política, tanto a corto como a mediano plazo. "A mi me parece fuerte todavía, pero ahora quién sabe. A su edad, cualquier cosa puede pasar... Después del desmayo, se nos pegó de verdad que no puede vivir por siempre", dijo Joel, un pescador, mientras echaba su caña al agua una calurosa mañana de domingo en el Malecón. "Hubo mucha ansiedad, hasta pánico, en nuestra calle, cuando lo vimos caer por televisión, porque la cámara viró enseguida, así que no sabíamos lo que estaba pasando", señaló Antonio, un adolescente que paseaba con su novia. "La gente se sintió aliviada cuando volvió, pero ahora todo el mundo habla de que va a pasar la próxima vez, si es algo más serio", añadió.
Bajo el sol abrasador
El astuto Castro, probablemente inquieto por el revuelo que provocó su desvanecimiento, tanto dentro como fuera de Cuba, tomó enseguida la iniciativa para despejar dudas. A los pocos minutos de desmayarse, reapareció para decir que estaba "entero". Y a pesar de que prometió ser "más prudente", a la semana estaba liderando una concentración "antiimperialista", otra vez bajo el sol abrasador.
Después de este acto, Castro tuvo una larga conversación con la prensa donde, en uno de sus comentarios más francos hasta la fecha, reflexionó sobre el futuro de Cuba tras su muerte y sobre el futuro de la sociedad comunista cubana. Aunque señaló que estaba "mejor que nunca", hizo un guiño hacia el futuro: "Les pido perdón al pueblo por el día que me ocurra algo, por el disgusto pasajero que pueda ocasionar". Y designó explícitamente a su hermano Raúl Castro, el ministro de las Fuerzas Armadas, con 70 años, como la persona más adecuada para sucederle. Aunque parece carecer del carisma arrollador de Fidel, Raúl tiene el respaldo del ejército, un impecable historial revolucionario ganado al lado de su hermano desde la Revolución cubana de 1959 y ahora la bendición explícita del "líder máximo".
Para varios analistas, Raúl Castro podría formar parte de un liderazgo colectivo con otros dirigentes actuales, que considerarían, cuando se calmaran un poco las cosas, la posibilidad de reformar cautelosamente el sistema político unipartidista y la economía estatal.
El desmayo de Castro impresionó a muchos cubanos, haciéndoles preocupar por el futuro del país, pero también por la salud del líder, quien parece despertar mucho cariño entre su pueblo, a pesar de los anhelos de cambio expresados por muchos. Sin embargo, algunos rumores sin confirmar hablaban de prematuras celebraciones en algunas casas de La Habana.
Es imposible saber con exactitud cómo se encuentra Castro, dado el hermetismo que rodea a estos temas. A pesar de que a veces aparece cansado o divaga en sus discursos, En general, muestra que está en buena forma y que mantiene un intenso ritmo de trabajo. El mismo se burla de los rumores, generalmente del extranjero, que aseguran que sufre de enfermedades, desde un cáncer hasta Alzheimer.