Año CXXXIV
 Nº 49.171
Rosario,
domingo  08 de
julio de 2001
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Praga: Palacios, museos y jardines

Patricio Pron

Mencionar tres o cinco, de las atracciones de Praga sería desmerecer a otras tantas igualmente importantes, al tiempo que no reconocer que lo que aquí fascina no es ninguna de ellas por separado sino su convivencia en esta ciudad que supo dar amparo a algunos de los "paseantes" más famosos del siglo XX.
No hay más que seguir sus pasos para iniciar un viaje que tiene tanto de literatura como de historia o de espectáculo. En eso Praga es un libro abierto que busca nuevos lectores.
El más célebre de estos paseantes fue Franz Kafka. El autor de "La metamorfosis" gustaba de dar largas caminatas por la ciudad, que lo llevaban de su oficina en la Plaza de la República, uno de los puntos más importantes del centro de la ciudad, hasta Petrín, del otro lado del río Vltava. Muchos de estos paseos están descritos en su "Diario".
Aunque nunca escribió "sobre" Praga, algunas de sus obras contienen referencias más o menos embozadas a su arquitectura, desde el relato temprano "La condena", que alude a un puente que podría ser cualquiera de los siete de la ciudad vieja _del Karlsbrücke, el más hermoso de ellos, se dice que quien conoce su historia comprende Praga_ hasta "El Castillo". En esta novela el agrimensor Josef K quiere entrar a un castillo para que se le aclaren las razones por las que ha sido llamado, pero los obstáculos son enormes e ilógicos y el agrimensor precipita su final al intentar allanarlos.
Para cualquiera que no se llame Josef K y no viva en la época de Kafka, cuando el castillo Hradschin todavía era el símbolo de un poder opresivo, entrar a él será mucho más sencillo. No hace falta más que descender en la estación Malostranská del metro y subir las escaleras en donde se apiñan los vendedores de chucherías.
En el castillo, cuyos antecedentes se remontan a 882 y que ha sido sucesivamente modificado hasta su actual apariencia dieciochesca diseñada por los arquitectos de la emperatriz austríaca María Theresia, se encuentran monumentos ineludibles de Praga, como la hermosa iglesia de San Jorge, románica, aunque de fachada barroca; la sala de Vladislav, erigida en 1493 y con el salón gótico más grande _62 metros de largo, 16 de ancho, 13 de alto, con capacidad para dos mil personas_ al norte de los Alpes; el Salón Español y, por supuesto, la imponente catedral gótica de San Vito, donde se encuentra la tumba del rey Wenceslao, uno de los más importantes de la historia checa, declarado santo por el papa Clemente.

El artista del hambre
Más allá del castillo se encuentra el monte Petrín. En él pudo haber imaginado Kafka el argumento de su gran relato "La construcción de la muralla china", durante sus paseos a lo largo del Muro del Hambre. Esta pared de 7 metros de alto fue construida por Karl IV en 1360 para alimentar a los hambrientos. A cada uno de ellos se le daba, una vez por día, un plato de sopa. El hambre debió ser en esa época muy grande, porque el muro tiene casi tres kilómetros de largo. El relato "Un artista del hambre" pudo haber sido inspirado también por el muro de Karl IV.
Muchos de los paseos de Kafka comenzaban junto a la antigua Intendencia, un bello edificio gótico desde cuya torre se tiene una vista excepcional de Praga, puesto que vivía con sus padres y hermanas en un edificio que se encuentra todavía en pie y se destaca de los otros por las pinturas clásicas de su frente. Había nacido en 1883 en una casa que se encuentra en la esquina de Maislova y Kaprova, donde un busto horroroso lo recuerda. En la universidad Karolinum, creada por Karl IV en 1348, se recibió de abogado en 1906. Aún permanecen en pie, además, la escuela a la que asistió el joven Franz, así como el bar "U Zlatého jednorozce" _"El cuerno de oro"_ donde solía reunirse con los otros escritores judíos de la ciudad: Max Brod, Franz Werfel y otros.



El puente de Carlos IV, el monumento más célebre.
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