Las carreras del año pasado fueron más benévolas que las iniciadas anteayer, pues sólo produjo algunas heridas leves a loa temerarios que se mezclaron con los animales en las callejuelas empedradas. Los encierros duraron un promedio de cuatro minutos. Las heridas más comunes fueron, en la pasada edición, fracturas de costillas, esguinces y golpes en la cabeza. En esa ocasión se liberaron los toros más pesados que se tenga memoria. Precisamente, Javier Solano, un experimentado comentarista de los encierros que trabaja en la televisora estatal española dijo que el toro de 690 kilos llamado Abulqaquena fue quizás el segundo más grande que él haya visto en el festival desde la década de 1970. También el año pasado, la última corrida presentó la particularidad de que los participantes pudieron tocar pocas veces a los animales, lo que se considera un insulto para el folclore de esas míticas carreras de 825 metros, a cuyo término aguarda la muerte de los animales por obra de las afiladas espadas taurinas. En otros encierros muchos jóvenes les halaban las colas y trataban de montarlos, atrayendo la burla de los participantes más experimentados. La fiesta de ocho días acabará en la plaza Santiago dentro de seis días, donde se encenderá un toro de fuego, antes de un espectáculo de fuegos artificiales a medianoche. Y para terminar con el festival, los asistentes cantarán una canción folklórica española llamada "Pobre de mí".
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