Un paciente que recibió el primer implante en el mundo de un corazón mecánico autónomo se encontraba descansando ayer cómodamente tras una operación que duró siete horas, según indicó un hospital de Louisville, en Kentucky, Estados Unidos.
El procedimiento es el primer gran avance, en casi dos décadas, en el desarrollo de un corazón artificial de reposición, dijeron expertos.
El dispositivo, creado por Abiomed (ABMD.O), con sede en Danvers, Massachusetts, sustituye las cavidades inferiores de un corazón deficiente con una bomba hidráulica motorizada de plástico y metal que pesa un kilogramo y tiene el tamaño aproximado de una naranja. Y la particularidad, es que se trata del primer corazón artificial que no requiere de cables que lo conecten al exterior.
"Esta es la primera vez que se hace algo así", dijo Kathy Keadle, portavoz del hospital Judío donde Laman Gray y Robert Dowling, cirujanos de la Universidad de Louisville, realizaron el procedimiento quirúrgico. El corazón es completamente interno.
Ni Abiomed ni los funcionarios del hospital dieron a conocer el nombre o el género de los pacientes que se someterán al implante, pero se sabe que todos están gravemente enfermos.
Esta cirugía, largamente esperada, se tenía programada para el 30 de junio, pero se postergó porque la compañía no había completado los estudios del paciente.
Abiomed obtuvo la aprobación de la Dirección de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos en febrero para probar el dispositivo hasta con 15 pacientes, los cuales están muy enfermos como para ser candidatos a un trasplante de corazón. A diferencia de los dispositivos existentes, que servían sólo como solución temporal para prolongar la vida del paciente hasta que se halle un donante, el corazón AbioCor está diseñado para funcionar como un corazón de reemplazo.
La prueba en proceso incluye a pacientes muy enfermos con menos de 30 días de esperanza de vida, dijo John Thero, vicepresidente de Abiomed.
"Este no es un puente para el trasplante. Hay escasez de donaciones de corazones -comentó Thero-. Estamos comenzando con pacientes que se encuentran en el final de su vida. No son candidatos para trasplantes y están cerca de la muerte. Nuestro objetivo es brindarles una calidad de vida razonable y prolongarles la existencia".
Thero mencionó que los actuales candidatos tienen una esperanza de vida de dos meses. "Aunque el dispositivo está diseñado para durar mucho más, si pudiéramos al menos duplicar la esperanza de vida de alguien, nos sentiríamos complacidos", añadió.
El primer intento
El corazón mecánico autónomo que acaba de ser trasplantada tiene antecedentes en otro que fue por primera vez utilizado el 2 de diciembre de 1982, en Utah, Estados Unidos, aunque en este caso, el aparato también permanente pero que estaba unido por tubos al exterior.
Barney Clark, un dentista jubilado de 61 años, fue el primero en experimentarlo, cuando fue operado por un equipo de cirujanos de la Universidad de Salt Lake. El paciente no tenía prácticamente posibilidades de sobrevivir antes de la intervención e incluso la operación debió anticiparse varias horas a causa de que el corazón del paciente se detuvo varios segundos.
Hasta ese momento sólo se habían implantado corazones artificiales en tres ocasiones, aunque siempre como medida temporaria, en espera de corazones naturales donados.
El proyecto de un corazón artificial tropezaba con el problema del material para construirlo. Pero por entonces se observó que el poliuretano demostraba ser bien recibido por el organismo humano, pero con el tiempo aparecían milimétricas fisuras que ocasionabas coágulos. Sin embargo, este órgano artificial pionero en los trasplantes generó gran expectativa.
Problema adicional
Igualmente, para Barney Clark existía un problema adicional. Debía permanecer de por vida ligado a través de un tuvo de plástico a una unidad de energía y un compresor de aire. Si bien, los científicos tenían planteada que un futuro pudiera trasladarla en una especie de maletín, por el momento la unidad pesaba unos 170 kilos.
Clark vivió 112 días con su corazón artificial. Su muerte, el 24 de marzo de 1983, se produjo por "un colapso circulatorio y fallas secundarias del sistema multiorgánico". Horas antes, inexplicablemente para los médicos que lo asistían había disminuido de pronto, la cantidad de sangre que le bombeaba el corazón artificial.
El doctor Chase Peterson, que estuvo a cargo del trasplante, manifestó entonces que el aparato, con sus válvulas y motor impulsor estaban funcionando en forma normal, e indicó que podía enumerar varias causas posibles que fueran las responsables de haber ocasionado la crisis, pero concluyó que lo ocurrido no se podía atribuir a una sola de ellas. "No tenemos suficiente experiencia en el corazón artificial como para saberlo", reconoció.