Marcelo Menichetti
La actriz y animadora televisiva Georgina Barbarossa estuvo en Rosario junto a Carlos Calvo y el elenco de "Prisionero de la Segunda Avenida", la obra teatral dirigida por Norma Aleandro que se presentó el sábado y el domingo últimos en el Auditorio Fundación Héctor I. Astengo. La actriz suplanta a Soledad Silveyra, quien se abocó exclusivamente a la conducción de "Gran hermano" y dejó su lugar vacante en el teatro. Georgina Barbarossa dialogó con Escenarios minutos antes de salir a escena en la última función de la pieza de Neil Simon en Rosario y habló de su trabajo teatral, de su experiencia en la conducción televisiva y de los sueños y los temores que la acosan. "Tomé lo de la televisión como un trabajo con toda responsabilidad y un divertimento. Ahora descubrí que no podría vivir sin este programa", admitió la conductora de "Venite con Georgina", el envío que se emite diariamente por Azul Televisión. Su vida parece signada por los reemplazos. Cuando la suplantó Carmen Barbieri en la conducción de "Movete" terminó quedándose en él y Georgina pasó a conducir su actual ciclo. Hace poco menos de un mes se tomó vacaciones y su lugar fue ocupado por Marcela Tinayre y se dijo que no volvería a la televisión. Sin embargo regresó y fue ella quien ocupó en lugar de una colega, Soledad Silveyra, en el teatro junto a Carlos Calvo. -¿No le tiene miedo a los reemplazos? -Es la primera vez que hago un reemplazo. -Una vez a usted la reemplazaron en forma definitiva. -Este reemplazo fue con super onda y yo fui elegida por Solita (Silveyra). Inclusive volví a charlar con ella antes de esta gira. ¿Por qué tendría que atemorizarme? -En televisión alguna vez su reemplazante terminó quedándose con el programa. -Vos te referís a Carmen (Barbieri)... Pero ella me reemplazó porque yo me fui. Siempre hay comparaciones desde un lado y del otro, pero creo que la vida es un gran desafío. Esa vez me reemplazó Carmen pero fue cuando yo no trabajé más en América. Somos dos actrices, somos mujeres muy trabajadoras y tenemos hijos y marido y sin embargo somos distintas y hacemos programas diferentes. -¿El papel que juega junto a Carlos Calvo tiene algún condimento con el que se identifique? -Creo que sí porque, aunque no es mi caso, Anny dice en un momento: "Hace 22 años que no trabajo" y yo creo que la fuerza que tiene Anny de apoyar a su marido que tuvo un accidente y que sale a trabajar me toca. Aunque yo trabajo desde los 17 años cuando comencé en Aerolíneas Argentinas. Ese es otro tema muy duro para tocar. -Se siente muy afectada por lo que pasa con esa empresa? -Mucho. Yo comencé a trabajar en esa línea aérea y he llorado mucho y apoyo permanentemente invitando a gente de la empresa al programa. La semana pasada hicimos un programa muy doloroso porque fueron azafatas y una chica con el uniforme y se sacó su pañuelo y me lo dio en agradecimiento. Tuvimos que hacer un corte porque se quebró el país llorando. Esto tiene que ver con nuestra idiosincrasia. -¿Existen un paralelo entre la pareja norteamericana de la obra y una similar de la Argentina actual? -Claro. Es lo que está pasando ¿no? La obra habla del desempleo, de la desocupación y cómo hace una pareja para sacar fuerzas y seguir viviendo. El público se ríe en muchos pasajes pero también hay momentos terribles. Hay una frase que digo y que me toca en el alma y es: "Pensé que teníamos un país tan grande y tan fuerte, y si no podemos contar con nuestro propio país, con quién podemos contar" y él contesta: "Con nosotros, Anny". -¿Siente que apoya con su trabajo la recuperación de Carlos Calvo? ¿Esa circunstancia resultó incómoda en algún momento? -Quizá para mí, al principio y para él también, porque se tuvo que adaptar a una actriz nueva cuando estaba acostumbrado a los tiempos de Sole. Es como cambiar de marido o de mujer. -¿En la conducción televisiva encontró una vocación que tenía escondida? -No. Yo nunca soñé en mi vida con algo así. Si me decís qué fantasía tengo te digo que son dos: trabajar con Robert De Niro y ganarme un Oscar. Lo amo tanto a ese señor como a Sandro. Pero si me preguntás si alguna vez pensé en conducir un programa te tengo que decir que hasta el momento en que lo hice, jamás lo había pensado. Lo tomé como un trabajo con toda responsabilidad y un divertimento y lo que ahora descubrí es que creo que no podría vivir sin este programa. Es más, si no tuviese este haría uno similar por cable o por radio, porque siento que desde ahí le das un servicio a la gente y podés ayudar mucho más. -¿Ahora siente que está participando? -Exacto. Diste con el verbo adecuado. No solamente hay que quejarse y protestar sino participar que es lo que intento hacer por la gente y que la gente haga. Desde la medicina preventiva, hasta las cosas del barrio y del gobierno, se trate de peronistas, radicales o lo que fuere. E inclusive hacerlo yo, como he participado en el cuidado de la seguridad de mi cuadra. En mi barrio fue un despelote tratar de organizar eso. Mataron un chico hace pocos meses. Creo que tenemos una democracia muy joven y tenemos que participar todos y cambiar los métodos. -¿Como maneja noticias como la muerte de Rodrigo o el caso reciente de Tamara, que se repiten y no se sabe dónde termina la noticia y donde comienza la explotación de un tema? -¿Vos decís lo amarillo? -Sí. -Es muy difícil. Nosotros tenemos cada quince minutos mediciones de rating y ahora hay unas máquinas nuevas que lo miden minuto a minuto. Es terrible. -¿Cuándo entra la decisión suya de parar con determinados temas? -Bueno, siempre estamos peleándonos. Hay un punto en el que digo: "Bueno, hasta acá llego", porque a través de los años he ido aprendiendo. Al principio me podían imponer más las cosas y ya el año pasado con lo de Rodrigo sabíamos que daba rating, pero hubo momentos en el segundo mes en los que dije basta. Primero porque yo lo quería a Rodrigo y segundo porque todos estábamos convertidos en Mauro Viale, pero mal. Siempre lo criticamos pero estoy cansada de los hipócritas, no es mi target ni me interesa. Inclusive hice notas que realmente no me interesaban pero que hay que hacerlas porque dan rating. Lo más probable es que si yo hiciese el programa que a mí me gusta, lo tendría que hacer en cable. Por eso me enojo a veces y digo: "Bueno basta. ¿Hasta dónde...? ¿Cuál es el límite entre lo público y lo privado?" -La televisión es un medio formador de cultura. -Claro, entonces tenemos que luchar contra la mediocrización de la cultura. Yo no soy muy amiga de los reality shows, aunque se enoje mi productor que también produce "Gran hermano". Me aburren y, más aún, el que más me gusta es "Expedición Robinson" porque por lo menos ves a los chicos que compiten, pero tampoco me mato porque no tengo tiempo de ver televisión. Estoy en casa de noche y cuando se come está prohibida la televisión en la mesa. Si no, no hablás y no sabés qué les pasa a tus hijos. -¿Le ofrecen trabajo en otro tipo de programas en televisión? -Sí. Ahora voy a hacer "Tiempo real" con los Borenstein en julio. Pero tuve que decir que no a proyectos muy copados y muy mágicos porque no puedo hacer un programa diario en televisión y también desaparecer de noche de mí casa, porque sería no ver más a mis chicos. -¿La familia es un límite para sus trabajos? -El límite lo pongo yo, porque necesito a mi familia. Mis chicos están en una edad difícil, tienen 13 años, y vivir en Buenos Aires es muy complicado y necesito estar cerca de ellos a pesar de que a veces me quieran ahorcar y digan: "Qué pesada es esta vieja". Pero no me los quiero perder porque sé que estos son los últimos años que me quedan como mamá protectora.
| |