Las caras de los jugadores de Central en el vestuario hablaban por sí mismas. Luego de las noches gloriosas de Calama y del Pascual Guerrero, los muchachos del Patón Bauza se habían ilusionado con la posibilidad de llegar a la final de la Libertadores de América. Con todo, así como su gente los recibió como héroes cuando se clasificaron a la semifinal tampoco sería justo que esos mismos hinchas ahora les salgan al cruce al Patón y a sus jugadores por el mal paso de anoche, cuando se comieron dos goles en el primer tiempo que en definitiva les costaron el partido. La mitad media vacía del vaso en la visión del pesimista dirá que este proceso está terminado y criticará duramente a los mismos jugadores a los que idolatraba hasta hace apenas unas horas. La mitad media llena del vaso en la visión del optimista redoblará la apuesta por este ciclo, de hombres del club que quieren demasiado a la camiseta, y alentará a sus jugadores como siempre. El justo medio seguramente pasará por evaluar los yerros para no repetirlos, pero a partir de valorar un buen trabajo de tres años del cuerpo técnico y de destacar la importancia de haber puesto a Central entre los cuatro mejores de America. Casi todo lo demás es mentira.
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