María Laura Cicerchia
Un ex subcomisario de la policía local será sometido a un juicio penal por traer bajo engaño a jovencitas paraguayas para prostituirlas en un local de barrio Acíndar y otro de Zavalla. Se trata del ex policía Ricardo Barone, quien ayer fue procesado por promover y facilitar la prostitución de chicas menores de edad, un delito que se castiga con penas de 3 a 10 años de cárcel. Barone es el segundo policía que será juzgado en la causa por trata de blancas, iniciada de oficio hace dos años por la Justicia a raíz una investigación de La Capital. El ex subcomisario había sido sometido a un juicio por prostitución de menores en Paraguay, pero quedó en libertad y logró volver a Rosario pese a que contaba con un pedido de captura internacional. Estuvo un año y medio prófugo, pero terminó preso a fines de abril cuando una mujer lo denunció por un delito menor. Barone, un ex policía rosarino de 45 años, fue procesado ayer por el juez de Instrucción Nº 9, Carlos Carbone, quien además le impuso prisión preventiva. Si bien el ex oficial negó haber trasladado bajo engaño a adolescentes paraguayas para prostituirlas, el juez reunió una serie de pruebas que acreditaron lo contrario. El acusado era buscado por la Justicia local desde septiembre de 1999, cuando una investigación de este diario reveló la existencia de dos prostíbulos donde se explotaba a jóvenes paraguayas. Esos datos llevaron a Carbone a actuar de oficio y a instruir una causa penal en la cual ya fueron procesados dos policías: Barone y un agente del Comando Radioeléctrico de Pérez, José Fernando Santamarina. La investigación periodística se inició a raíz de que Barone fue detenido por la policía paraguaya acusado de rapto, corrupción de menores y trata de blancas en perjuicio de jóvenes de esa nacionalidad que eran prostituidas en una vivienda de calle Nahuel Huapi 4595, en barrio Acíndar, y en un burdel de la localidad de Zavalla. El hombre había sido denunciado en los tribunales de Ciudad del Este por dos menores que regresaron a su país cuando lograron violar el encierro al que eran sometidas en Rosario. Entonces Barone fue juzgado por un tribunal paraguayo, pero quedó en libertad. Cuando el juez rosarino solicitó la extradición del imputado, la policía ya le había perdido el rastro. Por eso se libró un pedido de captura internacional, pero pasó un año y medio sin que los investigadores tuvieran noticias del sospechoso. En ese lapso, mientras Interpol lo rastreaba en los países limítrofes, Barone se encontraba mucho más cerca de lo que todos pensaban: estaba viviendo en Rosario, donde hacía cobranzas para una empresa. Eso duró hasta fines de abril, cuando el cobrador tuvo una discusión con una clienta. La mujer lo denunció y el hombre quedó preso. Al ser indagado en la causa por trata de blancas, Barone tuvo que explicarle al juez cómo había hecho para atravesar la frontera pese a contar con un pedido de captura. El ex subcomisario dijo desconocer que lo buscaba la policía, contó que atravesó en colectivo la frontera a través del paso Foz do Iguazú-Puerto Iguazú y dijo que realizó los trámites en la aduana como cualquier pasajero, sin ningún inconveniente. En tanto, Barone admitió que había contratado chicas para que trabajaran como alternadoras en un local de Zavalla llamado La Choza del Indio. Pero aclaró que eran mayores de edad, que no eran paraguayas sino misioneras y que no tenían relaciones sexuales con sus clientes. Sin embargo, con los testimonios recogidos en los burdeles, los elementos secuestrados en el local y las declaraciones de las jóvenes denunciantes, "se comprobó que Barone efectivamente facilitaba y promovía la prostitución de menores de edad", según una fuente de la causa. Las chicas paraguayas declararon que habían viajado a la Argentina para trabajar en una parrilla, pero cuando llegaron fueron obligadas a prostituirse. Y contaron que los explotadores retenían sus documentos de identidad para impedir que regresaran a su país.
| Barone llevaba a sus víctimas a un burdel de Zavalla. | | Ampliar Foto | | |
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