Fernando Toloza
"Historias cotidianas", el filme documental de Andrés Habegger sobre la historia de seis hijos de desaparecidos, se presenta en Rosario en dos funciones hoy, a las 21 y 22.30, y otra mañana, a las 21, en el auditorio del Banco Municipal, San Martín 730. La película, según adelantó el director, está narrada desde las vivencias seis jóvenes (tres mujeres y tres varones), quienes cuentan cómo afecto sus vidas la desaparición de sus vidas y cómo se enfrenta hoy a ese hecho trágico. "No quise subrayar lo político", dijo Habegger al explicar cuál era la perspectiva que había escogido para su película, en un tema no cerrado aún en la sociedad argentina. "Busqué que la tragedia de la historia argentina se pudiese leer desde seis historias personales. Traté de ir desde lo individual hacia lo colectivo", agregó el realizador, quien presentó su película con buenas críticas en los festivales de cine de La Habana, Cuba, y en el de Mar del Plata en su última edición. -¿Por qué hiciste la película? -Por varios motivos importantes en mi vida. Por un lado, mi historia personal, y por otro, porque el cine es a lo que me dedico. El proyecto me permitió unir ambos aspectos. En el primer caso, mi padre es desaparecido y por eso tengo una historia similar a la de los protagonistas de la película. En el segundo, el cine es mi ámbito de trabajo. -¿Había algo hecho semejante a tu película? -No, yo sentí que aún no se había intentado hablar de la historia argentina en clave de presente y contada por los que éramos chicos en los años de la dictadura y vivimos nuestra cotidianidad alterada por la desaparición de nuestros padres. Además, no hice un documental histórico sino que hable de la historia presentizada. -En "Expedición Robinson", uno de los protagonistas se presentaba como hijo de desaparecidos. Esto generó un debate que trascendió el programa y giraba en torno a si esa carta de presentación no era un arma de doble filo. -Es un aspecto bastante discutible. En la parte de investigación del documental nos cruzamos con gente que justamente nos planteaban esto. Eran personas hijas de desaparecidos que me plantearon que no querían quedar estigmatizados como hijos de desaparecidos. No querían hablar desde ese lugar ni situar su vida desde allí. Yo creo que tiene que ver con las personalidades de cada uno. En principio, yo no me presento como hijo de un desaparecido. Soy muchas cosas y, entre ellas, soy el hijo de un desaparecido. La historia está ahí, es inobjetable. El resto depende de cómo se posiciona cada hijo frente a lo que le pasó. Yo no empezaría una relación con alguien que no conozco presentándome desde el lugar del hijo de un desaparecido. -¿Incluiste tu historia como hijo de desaparecido en el documental? -No. Son seis historias. tres varones y tres mujeres. Tuve claro desde el principio que quería poco testimoniantes para poder trabajar en mayor profundidad con cada uno de ellos. Me interesaba que tuvieran perfiles diferentes o que estuviesen en momentos diferentes de su relación con el pasado. También busqué que tres de ellos estuviesen cerca de los 30 años y los restantes cerca de los 20 años. -¿Qué quisiste reflejar con esa diferencia de edad? -La edad los marca de forma muy distinta, porque unos eran bebés cuando los padres desaparecieron y los otros tenían siete u ocho años. Los que hoy tienen alrededor de 30 tienen más configurada la personalidad de los padres, tienen más historia vivida que contada. Los otros tienen historia contadas, lo que hace que el vínculo con la figura de sus padres sea más compleja, porque al no conocerlos tienen figuras ideales. Les falta la realidad del vínculo. -¿Cómo te planteaste el tema de la política al pensar el documental? -No quise subrayar lo político pero el documental tiene claramente una posición ideológica, aunque tampoco cierra con una moraleja. Habla de la identidad, del recorrido y reconstrucción de la identidad de cada uno de los testimoniantes y por eso está más centrado en ellos. La tragedia de la historia argentina se lee a través de la historia de los testimoniantes, y no a la inversa. Me interesó que a partir de las singularidades se pudiese contar lo colectivo. Los relatos históricos están, pero desde un lugar íntimo.
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