¿Cómo recrear algo que nunca se vio? La respuesta a esa pregunta es el alma de "Kabaret criollo", el espectáculo de teatro musical que la regisseur Betty Gambartes pone desde este viernes en La Rosario, y que el jueves pasado ofreció una función en la Bolsa de Comercio en una sala repleta. La historia de la obra es sencilla y sugestiva. Se trata de un grupo de artistas que, en los años cincuenta, quieren recrear la tradición del cabaret europeo en un cabaret rosarino. Para semejante labor sólo tienen datos sueltos, formación autodidacta y un público que, probablemente, no los acompaña en su afán de innovar. Son la copia de un original que no conocen y eso les da pie para equivocarse, inventar y reinventar, pelearse y soñar que sus vidas son un tributo al arte.
"Kabaret criollo" es un laboratorio de ensayos. Los personajes todo el tiempo prueban números sin más rumbo que su propia complacencia y su deseo de trascender a través del arte. Esto los hace divertidos y patéticos, porque no tienen ni idea. Ese desconocimiento les basta, sin embargo, para desnudar las convenciones de los géneros musicales que abordan, y desde ese lugar, de cocina de los géneros, hacer que la obra respire, y que con cada bocanada le transmita al espectador un puñado de sensaciones, que van desde la risa hasta la emoción sin más.
La propuesta nació de Betty Gambartes, una regisseur que demostró su talento en espectáculos como "Arráncame la vida" y "Tus besos fueron míos", donde dramatizó teatralmente boleros y tangos. Las cantantes Graciela Mozzoni y María Lanese, el pianista Néstor Mozzoni y el actor Pablo Fossa son los protagonistas de "Kabaret criollo". Todos cantan y actúan, y el resultado es sorprendente.
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La Ciudad
