Año CXXXIV
 Nº 49.129
Rosario,
domingo  27 de
mayo de 2001
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El premier británico se apresta a ganar las elecciones del 7 de junio
El Nuevo Laborismo de Tony Blair deja sin electorado a los conservadores
El partido Liberal Demócrata quedó a la izquierda del oficialismo, cuando siempre estuvo a su derecha

William Keegan

Londres. -Hay solamente un partido serio de izquierda en Gran Bretaña, y se llama el de los Liberal Demócratas. A decir verdad, hay también una franja de grupos, la Alianza Socialista, que parece salida de una revista de cómics, para competir en la elección del próximo 7 de junio. En su afán por capturar el área de centro de la política británica, el primer ministro Tony Blair se movió tan a la derecha que solamente los liberales ofrecen las propuestas que antiguamente pertenecieron al laborisimo.
Mucho ha contribuido a este cuadro la pobre demostración de los conservadores en la campaña actual -de hecho, es su campaña más pobre desde que fueron echados del gobierno en mayo de 1997. Pero el problema esencial para los conservadores es que el Nuevo Laborismo de Blair les ha robado muchas de sus ideas. Los nuevos laboristas introdujeron un recorte en el gasto público más severo que el ministro del Tesoro conservador anterior, Kenneth Clarke, había pensado. Y, en varias cuestiones ligadas a las libertades civiles, como el derecho al juicio con jurado para tratar casos de quienes piden asilo, el laborismo ha tomado generalmente posiciones más duras que los previos gobiernos tory de Margaret Thatcher y John Major.
El lanzamiento reciente del manifiesto del laborismo para un segundo período de gobierno demuestra cómo el viejo partido laborista ha cambiado. Blair se ha comprometido, pase lo que pase, a no aumentar la tasa básica del impuesto sobre la renta (22 por ciento) o la alícuota superior (40 por ciento).
Y esto a pesar del extendido descontento con el estado de los servicios públicos y de la infraestructura del transporte, y de los sondeos de opinión que indican que la gente querría pagar más impuestos a cambio de auténticas mejoras en esos servicios.
Si son reelegidos (como indican todos los sondeos), los laboristas tienen planes para privatizar vastas áreas de la salud, de la educación y de los gobiernos locales. No es ninguna exageración decir que si la señora Thatcher hubiera propuesto tales medidas en los años 80 se habrían reído de ella. No se hubiera atrevido.

Privatizaciones impopulares
Lo asombroso es que, después de las tempranas impresiones favorables, el proceso de privatizaciones ahora es mal visto. La gigante telefónica British Telecom privatizada está en un lío espantoso, y el sistema privatizado de ferrocarril es una broma nacional. Pero los laboristas tienen planes para privatizar el metro de Londres.
Esencialmente, lo que ha pasado es que el laborismo ha aceptado no sólo la mayoría de lo hecho por Thatcher, a lo que se opuso en su momento, sino que en muchos casos ha ido más lejos. Se ha abandonado toda idea de que los impuestos se deben recaudar para llevar a los servicios públicos británicos hasta los niveles europeos continentales.
Con todo, hay muchos miembros de las clases medias británicas -la gente a la que Blair le asusta aumentarle los impuestos- que darían la bienvenida a una medida que los obligue a meter la mano en el bolsillo para financiar la educación de sus niños y el cuidado de su salud, porque el sector público es hoy muy inadecuado.
Y no es por altruismo que favorecen impuestos más altos. Para muchos integrantes de las clases medias no hay dudas de que hoy se sacrifican contribuyendo a un sistema público inadecuado con sus impuestos y después deben pagar decenas de miles de libras en la educación privada de sus hijos.
Sólo el partido de los Liberal Demócratas promete altos impuestos para financiar los servicios públicos, pero es relativamente pequeño; bajo el sistema británico de voto, no espera lograr más de 40 a 60 bancas en el Parlamento británico, de más de 600.
Irónicamente, el Partido Laborista se formó en 1900 porque los liberales no eran considerados lo suficientemente radicales en materia de reformas sociales. Ahora surge la pregunta: ¿El Liberal Demócrata va a ser el Partido Laborista del siglo XXI?



Blair, de gira preelectoral, en una fábrica de Swindon.
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