El plástico y diseñador Dante Taparelli, un partidario de "las lolas al natural", asegura que las cabareteras fueron las primeras mujeres que crearon más de un truco para agrandar y levantar el busto. "Desde pegarse una tela adhesiva abajo del pezón hacia arriba; moldearselas con una masa hecha de bolsa de nylon y engrudo; hasta colocarse los panchitos, unas bolsitas que duplican en un 40 por ciento el tamaño del busto", enumeró Taparelli. Apelando a la historia, el diseñador contó cómo apareció el corpiño. "En el siglo XVIII estaba en boga el corsé que ajustaba las lolas hacia arriba y quedaban como en una repisa. En el siglo XIX hubo dos momentos: en los 20, la mujer se revela de estar tantos años apretada y opta por aplastarse el pecho apelando a un look muchachito, a la garzón. Y más tarde, en los 30, aparece el corpiño, grande y puntudo, una especie de caparazón con el sentido de sostener y proteger las mamas, que se impone en los 50. Para recordar el tipo de pechos que eran furor en esa época basta recordar a mujeres como Sofía Loren", relató. Cuando se le pregunta por qué cree que las mujeres se obsesionan con modificar el tamaño de su busto, Taparelli contesta con ironía: "Creo que tiene ver con copiar el look norteamericano, esa estética kitch de la serie Baywatch, donde las mujeres son todas platinadas y de pechos grandes. Los norteamericanos son como terneros mamones y les gusta esa onda, deben tener algún complejo edípico no resuelto. En cambio al argentino le gusta la cola, no obstante nuestras mujeres se dejan influenciar por esa penetración cultural. Se tiñen de rubio, cuando nuestra típica mujer es morocha, y hasta se cambian el color de ojos con lentes de contacto al punto que parecen ciegas".
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