La Rioja (enviado especial).- En el estadio polideportivo se sirvieron locro y gaseosas para todos los invitados, salvo algunas botellas de vino en la mesa de los novios, fue lo que se sirvió en almuerzo. En la mesa principal se sentaron todos los testigos de la boda, además de los hermanos de Cecilia: Diana, con un vestido dorado; Verónica, que eligió un atuendo terracota, y Juan Carlos, con un terno azul. Mamá Rosemarie tenía una chaqueta de piel y abajo un vestido color gris, mientras que Enzo Bolocco llevaba un traje gris con camisa y corbata al tono. Lo primero que hizo la novia fue tirar el ramo, que quedó en manos de una jovencita de nombre Carolina que vino desde Chile para estar cerca de Cecilia el día de su matrimonio. Un sector VIP con mesas vestidas con manteles blancos y una cinta azul para los invitados especiales, otro con manteles blancos para el resto de los invitados y las tribunas para la gente que se acercó espontáneamente, fue como se dividió el polideportivo. No habían calentado las sillas los novios cuando comenzó a sonar el vals y tuvieron que salir a bailar. Nadie quería quedarse sin hacerle dar unas vueltas en la pista a Cecilia, quien seguía cambiando de parejas cuando ya hacía varios minutos que la música vienesa había terminado. Luego vino el momento de las danzas típicas: allí los bailarines demostraron sus habilidades con la zamba, la chacarera y el malambo, pero también unas señoritas con faldas muy cortas y el vientre descubierto danzaron al son de la música de la isla de Pascua en honor a la novia. En el escenario una orquesta de tangos amenizó el almuerzo y el locutor no paraba de pedir aplausos para los novios y decir una serie de cosas que nadie entendía bien a causa de la mala acústica del polideportivo. El corte de la torta de bodas fue el prólogo al final de la fiesta. Ocho pisos tenía la torta principal que se completaba con varias más de tres pisos. Todas bañadas en chocolate blanco con decorado color salmón y adornadas con helechos. Las dos manos se juntaron sobre el cuchillo que se hundía en el esponjoso pastel. Cecilia tomó una porción y le dio de comer en la boca al novio, que rápidamente imitó el gesto de la novia, para delirio de la tribuna que seguía ansiosa cada paso de la fiesta. "¡Y ahora se viene la chaya!", gritó el locutor y todas las manos buscaban llegar el cielo, mientras los músicos desgranaban el más riojano de todas los sonidos. Los novios volvían del corte de la torta, pero ya no se sentaron y comenzaron a saludar. Todos los invitados empezaron a desfilar para desearle suerte al flamante matrimonio. La fiesta comenzaba a tocar su fin, rápidamente fueron saliendo los familiares y por último Menem y Cecilia abandonaron el lugar a bordo de un Renault Megane blanco. Los relojes marcaban las 3 de la tarde y la fiesta de casamiento del riojano más famoso con la chilena que fue la más linda del mundo terminaba. Pero quedaba algo para la noche. Los novios partieron rumbo a Anillaco para que los padres de Cecilia conocieran el pueblo natal de Menem. Mientras que allí ya comenzaba la otra fiesta. En la hostería Los Amigos ya estaba todo listo para comenzar a asar los chivitos y los lechones con los que agasajaron a los novios. Cecilia Bolocco buscó mejorar su imagen luego de las controvertidas fotos envueltas en una estola con los colores de la bandera argentina, cuando se señaló: "Me comprometo a honrar esta tierra que tanto le ha entregado a Carlos y ahora estaremos juntos para siempre". Claro que primero el ex presidente tendrá que sortear su comprometida situación judicial, que puede enviarlo a la cárcel y dejar trunco el deseo de su esposa. Pero, él también agradeció a "la entrega incondicional de esa gente que siempre creyó en nuestro amor".
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