El alcohol actúa como un tóxico o como un tónico sobre el corazón en función de la cantidad ingerida y el tiempo transcurrido. Hasta 40 g al día puede tener efectos beneficiosos sobre la circulación coronaria, pero más de 80 g resulta tóxico tanto sobre el sistema cardiovascular, como sobre otros tejidos del organismo. Las mujeres son más sensibles a los efectos adversos y se llegó a comprobar que el vino tinto aventaja en beneficios a las otras bebidas alcohólicas.
El doctor Ramón Estruch i Riba, jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico de la Universidad de Barcelona, España, llegó a estas conclusiones luego de reunir en un estudio los datos epidemiológicos de pacientes alcohólicos de diferentes hospitales europeos. El especialista estará en Rosario el miércoles próximo invitado por la Asociación de Medicina Interna de Rosario para participar de las jornadas nacionales de la especialidad. Lo que sigue es un anticipo de las conclusiones de los estudios europeos.
Actualmente nadie duda del efecto nocivo del consumo excesivo de alcohol (etanol) sobre el sistema cardiovascular, ya que da lugar a patologías graves como la miocardiopatía alcohólica (1,2%), hipertensión arterial (3,4%), arritmias (5,6%) y accidentes vasculares cerebrales (7,8%). No obstante, a lo largo de la historia muchos médicos han llegado a prescribir jerez u otras bebidas alcohólicas para abrir el apetito e incluso como "tónico" cardíaco. Asimismo, en los últimos años también han aparecido numerosos artículos que sugieren que el consumo moderado de alcohol reduce la mortalidad global y, especialmente, la mortalidad por cardiopatía coronaria (9,10%).
Efectos agudos
En la práctica clínica resulta muy difícil diferenciar los efectos agudos y crónicos del alcohol sobre el sistema cardiovascular, ya que en muchas ocasiones ambos se dan simultáneamente en una misma persona. Así, los efectos agudos sobre el ritmo cardíaco, sólo se observan en pacientes alcohólicos crónicos con una miocardiopatía dilatada.
El consumo de alcohol se ha asociado a la aparición de arritmias cardíacas. El etanol tiene un efecto directo sobre el ritmo cardíaco e incluso ingestas relativamente modestas dan lugar a una taquicardia rítmica. Por otro lado, los pacientes alcohólicos crónicos presentan frecuentemente arritmias cardíacas secundarias a enfermedades cardíacas (miocardiopatía), trastornos neuro-hormonales y alteraciones electrolíticas.
La ingesta de cantidades moderadas de alcohol no suelen alterar el ritmo cardíaco en sujetos normales. En cambio, los pacientes alcohólicos crónicos presentan un gran número de arritmias, especialmente tras intoxicaciones agudas de etanol.
Corazón del fin de semana
Esta asociación entre consumo de alcohol y arritmias cardíacas se ha popularizado bajo el término de "corazón del fin de semana". En 1978, se describieron los datos de 24 pacientes (20 varones y 4 mujeres) que sufrieron arritmias cardíacas durante el fin de semana. Aunque ninguno de estos pacientes presentaba datos sugestivos de cardiopatía, en un estudio posterior se comprobó que la mayoría de ellos sufría de una miocardiopatía subclínica.
La aparición de arritmias en los sujetos alcohólicos crónicos depende de la concentración de etanol en plasma (alcoholemia) y de la presencia de miocardiopatía. Todos estos hechos explican la elevada prevalencia de muerte súbita tras el consumo de alcohol en los pacientes alcohólicos crónicos.
Los pacientes alcohólicos tienen mayor riesgo de sufrir una muerte súbita independientemente de que presenten o no una cardiopatía coronaria. De hecho, aproximadamente una cuarta parte de los fallecimientos en personas jóvenes o adultas de mediana edad se relacionan con una sobreingesta de alcohol.
Asimismo, se ha observado una correlación entre incidencia de muerte súbita y consumo de alcohol en varones de mediana edad con y sin cardiopatía coronaria. No obstante, en la mayoría de estudios, el aumento en la incidencia de muerte súbita sólo se observaba a partir de una ingesta diaria superior a seis copas al día.
Con el tiempo
El consumo excesivo de alcohol tiene un efecto tóxico sobre el miocardio que conlleva la aparición de una miocardiopatía alcohólica. No obstante, el desarrollo de esta afección no es inmediato, sino que va apareciendo a lo largo de varios años. Se considera que se requiere un consumo de alcohol superior a 10 años para que aparezcan manifestaciones clínicas de una miocardiopatía alcohólica.
La mayoría de pacientes alcohólicos crónicos se hallan asintomáticos durante un largo período de tiempo. No obstante, numerosos estudios han señalado que muchos presentan alteraciones de la función sistólica y/o diastólica del ventrículo izquierdo.
Miocardiopatía alcohólica
La miocardiopatía alcohólica se define como una enfermedad degenerativa del miocardio debida a un consumo excesivo de alcohol, que afecta a personas sin cardiopatía coronaria, hipertensiva, ni valvular. Como no se dispone de ningún marcador específico de esta enfermedad, la relación entre las lesiones miocárdicas y el consumo de alcohol se basa estrictamente en datos epidemiológicos.
Esta enfermedad se observa típicamente en pacientes alcohólicos entre 30 y 60 años de edad con una ingesta diaria de alcohol entre 112 y 380 g, durante un período entre 10 y 40 años.
Los síntomas son inespecíficos y similares a otras formas de miocardiopatía dilatada. Primero aparecen las manifestaciones clínicas de insuficiencia izquierda, mientras que los signos de insuficiencia cardíaca derecha aparecen más tarde. En algunos casos, los pacientes aquejan dolores torácicos atípicos, por lo que algunos casos son diagnosticados erróneamente de cardiopatía coronaria.
Por su parte, la radiografía de tórax muestra un aumento global del tamaño de la silueta cardíaca junto a signos de congestión vascular pulmonar.
El ecocardiograma es una de las exploraciones complementarias más útiles en la valoración de los pacientes. La mayoría muestra una dilatación de las cuatro cavidades con hipertrofia ventricular izquierda y alteración de la función contráctil de ambos ventrículos. Presentan además un corazón aumentado de tamaño, con un peso entre 400 y 900 g (valor normal, 300 g).
La evolución clínica depende básicamente de su capacidad de abstinencia y del grado de disfunción miocárdica en el momento del diagnóstico. En un estudio de 55 pacientes con miocardiopatía alcohólica seguidos durante un período de cinco años se ha comprobado que todos los que consiguieron mantenerse abstinentes mostraron una mejoría significativa de los parámetros funcionales del ventrículo izquierdo. En cambio, aquellos pacientes que mantuvieron una ingesta enólica superior a 80 g al día mostraron un empeoramiento progresivo.
Sorprendentemente, los pacientes que mantuvieron una ingesta "controlada" de alcohol (entre 20 y 60 g al día) también presentaron una mejoría significativa. En el análisis de supervivencia, a los cinco años habían fallecido 10 pacientes, siete de causa cardíaca y tres de otras causas (insuficiencia hepática, cáncer pulmonar y neumonía). Todos ellos habían mantenido una ingesta enólica superior a 80 g al día.
Las mujeres, más sensibles
Probablemente existan otros factores que junto al consumo de alcohol expliquen por qué sólo una proporción de los pacientes desarrollan una determinada complicación de su alcoholismo. En este sentido se ha señalado que las mujeres son más sensibles que los varones para desarrollar una hepatopatía alcohólica o trastornos cerebrales (atrofia).
En un trabajo comparativo de los efectos del alcoholismo sobre el funcionalismo cardíaco de 100 varones y 50 mujeres alcohólicas, aunque todos tenían una edad similar, los hombres habían bebido mucho más que ellas. A pesar de que las dosis de alcohol ingeridas por las mujeres era sólo el 60% de la de los varones, la incidencia de miocardiopatía subclínica era similar en uno y otro sexo.
Asimismo, otro estudio que analizó la prevalencia de miocardiopatía alcohólica en varones y mujeres alcohólicas durante un período de tiempo de cinco años, se detectaron 10 mujeres y 26 varones con esta afección. Lo llamativo fue que las mujeres afectadas consumían una dosis diaria de alcohol menor y un tiempo de alcoholismo también inferior a los hombres.
Ello confirmó que las mujeres son más sensibles a los efectos del etanol sobre el miocardio que los varones, ya que requirieron una menor dosis de alcohol durante un período menor de tiempo para desarrollar una miocardiopatía alcohólica.
Un poco hace bien
Desde tiempos inmemoriales la sociedad ha atribuido al vino y otras bebidas alcohólicas un efecto beneficioso sobre el aparato cardiovascular. No obstante, sólo a partir de la última década ha podido darse base científica a esta creencia popular. Numerosos estudios epidemiológicos realizados en múltiples países han demostrado que las personas abstemias tienen un riesgo mayor de muerte que aquellos que beben una cierta cantidad de alcohol, generalmente entre 10 y 40 gramos al día.
Existe un gran consenso en este mismo sentido y, de hecho, en 1996 la Asociación Americana de Cardiología concluyó que los bebedores moderados tienen un riesgo entre 40 y 50% inferior de desarrollar una cardiopatía isquémica que los abstemios.
Asimismo, en otros estudios en los que se ha diferenciado el tipo de bebida alcohólica consumida se ha observado que los efectos beneficiosos del vino tinto serían superiores a los de otras bebidas alcohólicas, efecto que se atribuye a sus mayores efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Cuando se comparó la mortalidad por cardiopatía coronaria en diferentes países, se comprobó que Francia tenía índices muy bajos a pesar de ser un país con un elevado consumo de grasas saturadas. Este hecho que se conoce como "la paradoja francesa" se atribuye a que este país es uno de los principales consumidores de vino, lo que contrarrestaría los efectos nocivos de las grasas sobre el aparato cardiovascular.