El encuentro en Río de dos menores bonaerenses, que fueron llevados por un hombre para hacerlos trabajar, hizo recordar el caso de Bruno Gentiletti, quien desapareció en Rosario hace poco más de cuatro años a pleno sol en el balneario La Florida. La desaparición de Bruno, cuando tenía ocho años, movilizó a todo el país y sus familiares todavía guardan esperanza de hallarlo. Justamente una de las pistas llevaba a Río, según recordó ayer a La Capital su tía Marisa Gentiletti. "Hace un año y medio -relató- hubo un llamado anónimo al Comando de Rosario. Una persona dijo que alguien allegado a Bruno se lo había llevado a Brasil y lo tenía en Río, que lo busquemos. El juez entonces mandó a Interpol pero no lo encontraron". Marisa indicó que "fue eso y nada más, era imposible encontrarlo con esos datos, es ilógico. Pasó como con todos los llamados anónimos, primero ilusionan pero al final uno siente que por lo menos son una cobardía. No dar precisiones es lo mismo que nada". Según indicó la tía de Bruno, desde su desaparición el 2 de marzo de 1997, la Justicia santafesina siguió distintas pistas, analizó cartas anónimas, investigó a varias personas allegadas a la familia por cuestiones poco claras como el documento del chico, que había desaparecido y después fue hallado, y se lo buscó en distintos lugares de Argentina y del exterior, entre ellos Brasil y Paraguay, pero no se obtuvieron resultados positivos. En este momento la causa judicial está archivada, "aunque tenemos la palabra del juez que volvería a abrirla ante cualquier novedad o pista que pudiera aparecer", según indicó Marisa. La decisión fue tomada tras tres años de investigación por el magistrado Eduardo Bistoletti, después que, según dijera, se hicieron "denodados esfuerzos" y una "profusa investigación".
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