Año CXXXIV
 Nº 49.115
Rosario,
domingo  13 de
mayo de 2001
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Entrevista. El ex mandatario marcó algunas diferencias con Elisa Carrió
Un mensaje para la UCR santafesina
Pidió que sus correligionarios se olviden ahora de la interna y le den participación en las listas al socialismo popular

El ex presidente de la Nación recibe a La Capital en su estudio de calle Santa Fe al 1600, en pleno centro porteño. Luce de buen humor, aunque no deja de comentar con sorpresa y preocupación el desenlace de la crisis en Aerolíneas Argentinas.
En el quinto piso del edificio se dejan ver los testimonios gráficos del paso de Alfonsín por la primera magistratura: las fotos con los principales líderes mundiales se mezclan con imágenes familiares. Sorprende también que desde un modular aparezca una instantánea de Guillermo Estévez Boero. Sobre el escritorio, el libro Nunca Más ocupa un lugar preponderante.
Alfonsín no pierde de vista lo que sucede con el radicalismo santafesino: "Felicito a los ganadores y a los derrotados en la interna. Fue una muy buena elección, votó mucha gente en Santa Fe. Es un buen síntoma y espero que sigan movilizados a favor del radicalismo". Mientras guiña un ojo, no se priva de lanzar una sutil ironía sobre el enmarañado clima interno que sobrevuela cada vez que aparecen las disputas por los cargos partidarios: "Ahí muchas veces se movilizan más para las internas que para las elecciones generales".
El presidente de la Unión Cívica Radical estuvo reunido días atrás con Hermes Binner y Rubén Giustiniani, máximos referentes del PSP. "Hay que consolidar la Alianza Santafesina dándole el lugar que corresponde a nuestros aliados del socialismo. Siempre tengo coincidencias con el socialismo popular, desde que estaba conducido por Estévez Boero. Ahora con Rubén Giustiniani y Hermes Binner formamos parte de la Internacional Socialista y también tenemos posiciones comunes", refuerza, en un mensaje implícito a Horacio Usandizaga.
"A veces me río porque yo, sin ser socialista, estoy a la izquierda de la Internacional", cuenta Alfonsín, casi al tiempo en que narra las dificultades que encuentra para hacerles internalizar a jefes europeos la importancia de incorporar en las agendas la idea del capital social.
"¿Le sorprende el crecimiento de Elisa Carrió en las encuestas? Ella corre por izquierda a todos menos a usted", le pregunta La Capital. Alfonsín mantiene un silencio pronunciado, no oculta la sonrisa, y le dedica una larga parrafada a la indomable diputada chaqueña, nueva estrella mediática de la política argentina. "Yo amo a Alfonsín", suele repetir la legisladora. "Lo que pasa es que somos muy amigos. También era muy amigo del padre de Lilita. Es interesante que se preocupe y estudie como lo hace. Es una chica muy inteligente, culta, preparada y honrada, pero a veces generaliza un poco. Ahí tengo alguna discrepancia con ella. Tenemos que ser exigentes pero no se puede creer que una mancha de aceite se extiende irremediablemente por todos los sectores de la política".
Mientras el gélido mediodía empieza a consumirse, el líder radical recibe visitas de dirigentes partidarios. En el búnker de calle Santa Fe todo parece bajo control. La secretaria de Alfonsín, Margarita Ronco, se encarga de filtrar las llamadas poco importantes. Durante la sesión fotográfica, al ex presidente no se le pasa ningún detalle: es capaz de hacerle notar al reportero que en una de las tomas el flash quedó trabado. "Algo de experiencia en esto debo tener, ¿no?", comenta con mirada pícara.
M.M.


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