A salvo de las autoridades inglesas por el nacimiento de su hijo brasileño, Mike, que en la actualidad tiene 26 años, Biggs se estableció legalmente en Río de Janeiro y prácticamente se convirtió en una atracción turística viva en el centenario y bohemio barrio de Santa Teresa. En los últimos años, el ladrón sobrevivió gracias a su fama, ya que cobraba por participar en anuncios publicitarios o por ser visitado por turistas. El 8 de agosto de 1963, Biggs y sus 14 cómplices robaron en 28 minutos una suma millonaria del tren postal que fue detenido en plena madrugada en medio de un campo, a unos 60 kilómetros al noreste de Londres. El maquinista observó un semáforo en rojo inhabitual cerca de un puente y detuvo el convoy, tras lo cual se bajó para llamar a la estación vecina y pedir explicaciones. En ese momento, dos hombres encapuchados lo detuvieron y lo llevaron de vuelta a la locomotora, donde otro grupo de asaltantes había golpeado y reducido a su colega, el único herido durante el asalto en el que no hubo ni un solo disparo. Maniatados, los dos maquinistas presenciaron con impotencia el robo de los 17 sacos de billetes, que fueron cargados en un camión estacionado al lado de la vía. Los ladrones, entre los que se encontraban un piloto de carreras automovilísticas, un abogado y un florista, escaparon y su único error fue dejar huellas dactilares en la granja donde se reunieron para repartirse el botín. Casi todos los integrantes de la banda fueron detenidos en menos de seis meses y, tras un juicio que comenzó a principios de 1964, fueron condenados a entre 3 y 30 años de cárcel. El "cerebro", Ronald Biggs, logró escapar de la cárcel el 8 de julio de 1965 y radicarse en Río de Janeiro. De los 2,6 millones de libras esterlinas robados, la policía sólo recuperó 350 mil libras. La mayor parte de esa fortuna la gastó en su maratónica fuga y en intervenciones quirúrgicas a fin de cambiarse el aspecto para poder burlar a sus perseguidores.
| |