Tras huir de la Justicia 35 años, ahora está otra vez en la cárcel. El legendario ladrón británico Ronnie Biggs, de 71 años, regresó ayer a su patria. La llegada del anciano, gravemente enfermo, que en 1963 asaltó con catorce cómplices un tren postal, se convirtió en un acontecimiento mediático y fue transmitida en directo por la televisión. Los ladrones se alzaron en aquel entonces con un botín de 2,6 millones de libras, cuyo valor los medios británicos calculan en entre 35 y 75 millones de dólares en base a la cotización actual.
Tras el aterrizaje de un jet privado pagado por el diario The Sun en el aeropuerto militar de Northolt, al noroeste de Londres, Biggs fue detenido.
Allí lo esperaban sesenta policías, entre ellos el detective John Coles, jefe de la sección de crimen organizado de Scotland Yard. Horas después, el juez Tim Workman emitió una orden de detención contra Biggs, por encontrarse "en libertad ilegítima".
Biggs había huido en 1965 de una cárcel londinense, luego de cumplir quince meses de los treinta años a los que había sido condenado.
Dificultad para hablar
Ante el juez se lo vio muy debilitado. Tras tres derrames cerebrales apenas puede hablar. Tres preguntas sobre su identidad las contestó con gruñidos, mientras un médico le limpiaba la saliva del rostro.
La abogada de Biggs, Jane Wearing, dijo que solicitará inmediatamente una reanudación del caso. Según Wearing, Biggs confía en que será sometido a un "proceso justo". La abogada añadió que "recibirá atención médica lo más rápidamente posible".
En el avión había además gran cantidad de cerveza británica, ya que Biggs había declarado que su mayor deseo era ir a un pub y tomarse una cerveza. Sin embargo, de momento no podrá cumplir su sueño. El juez mandó a Biggs a la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en el sudoeste de Londres.
Muchos dudan de que su regreso a Gran Bretaña realmente haya sido voluntario y acusan a The Sun y a Scotland Yard de haberle tendido una "trampa" en el marco de una gigantesca campaña publicitaria