Año CXXXIV
 Nº 49.108
Rosario,
domingo  06 de
mayo de 2001
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Estambul: Obstinada por deslumbrar
A orillas del estrecho que une los mares Negro y Mármara, historia y cultura renacen todos los días en sus calles

María Lourdes Bertozzi

La travesía del Bósforo se hace a bordo de un crucero que recorre el estrecho zigzag, deteniéndose para almorzar en una pequeña población, Anadolu Karagi, llena de restaurantes al aire libre, barcas de pescadores, calles retorcidas entre jardines y flores, poco antes de desembocar en el mar Negro.
Mientras el barco recorre ambas orillas, en algunos puntos separadas por algo menos de 600 metros (lord Byron las cruzó a nado), uno imagina otras épocas y otras embarcaciones: Jason y los argonautas, Jenofonte y los 10.000, Alejandro y Darío, griegos, romanos, bizantinos y, más cerca de nosotros, un joven monarca turco de 23 años que, al tomarla hace casi 5 siglos y medio, concluye la Edad Media y hace que comience a escribirse otra historia.
Es difícil encontrar otro lugar donde tantas cosas ocurrieran en medio de tamaña belleza. Belleza en la que colaboraron tanto los elementos naturales, como el azul del mar, los atardeceres en ese Cuerno de Oro (nunca un nombre mejor puesto a la hora del crepúsculo), cuanto los hombres con su ansia de hedonismo y su sentido del arte, la trascendencia y la majestad.
Uno comprende lo que se expresa como lujo oriental al visitar las mezquitas y los pabellones del palacio Topkapi, lo que sintieron los nobles y reyes de las primeras cruzadas al toparse con una ciudad en comparación de la cual París, Londres y Roma eran poco más que aldeas.
Son atrayentes los restos de las murallas diseminadas por todo el perímetro de la Constantinopla primitiva. Esas murallas inexpugnables durante 1.000 años, comenzadas por el primer Constantino y heroicamente rendidas por el último, el número once. Tan bravamente defendidas que jamás pudo encontrarse, ni para trofeo de vencedores, el cadáver del rey vencido, muerto junto con sus súbditos ante las troneras del último bastión.
Hay que ver la puesta del sol saboreando un café a la turca en el pequeño bar de Pierre Loti, allí donde une el Cuerno de Oro, viendo extenderse una pátina dorada sobre las aguas del mar.
La capital de los grandes emperadores de Oriente, herederos directos de los romanos y depósito de la tradición griega, fue transformada hace más de cinco siglos en heredera ilustre de la tradición islámica y convertida finalmente en la capital imperial de Solimán el Magnífico.
Allí está enterrado este rey, al lado de la más imponente -si bien no la más bella- de sus mezquitas, la Suleymaniya. El tranvía es gratis y el taxi, baratísimo, contratado de palabra y al mejor estilo de regateo oriental.
La visita al Topkapi -se recomienda reservarle al menos medio día completo- se desarrolla entre pabellones y jardines, alternando con un almuerzo opíparo junto a un balcón florido de cara al Bósforo y diversos bares donde descansar del deslumbramiento vivido entre las vitrinas.
Deslumbramiento de una espada medieval de 2,30 metros, de una esmeralda que pesa 3,20 kilos, del trono de piedras preciosas y la cama de oro de Solimán el Magnífico.
Al conquistarla, los turcos la bautizaron por última vez deformando una expresión griega entonces en boga. Cuando los griegos se dirigían a Constantinopla decían simplemente ir a la ciudad: "eis tan polin". No hacía falta más. Nombrarla era una redundancia.

Por el estrecho más bello
El estrecho del Bósforo, que une el mar Negro con el de Mármara, es uno de los lugares más bellos del mundo. Ambas orillas han sido habitadas a lo largo de la historia tanto por el imperio bizantino como por el imperio otomano. Es a partir del siglo XVIII cuando empiezan a surgir bellos palacios, hermosos pabellones y lujosas residencias particulares.
Las primeras construcciones en madera fueron reemplazadas por palacios en piedra, mucho más imponentes. Es el caso del palacio Besiktas, en cuyo emplazamiento se construyó el palacio Dolmabahce en el siglo XIX. Otros palacios de esta época son el de Beylerbeyi y el Goksu.
Un paseo por el Bósforo deja un recuerdo imborrable en el que se mezclan todas las tonalidades del azul y del verde. Para hacer la excursión del Bósforo hay que dirigirse al embarcadero del Bósforo, en la plaza Eminönü.
Dejando a nuestras espaldas el palacio Topkapi, la mezquita de Solimán y Santa Sofía pasamos delante de Karaköy primero y de Tophane después, donde distinguimos la silueta de la mezquita de Nusretiye. Detrás de ella asoma la cúpula de plomo de la mezquita Kilic Ali.
Dejamos atrás Kabatas, animado embarcadero con un continuo tráfico de barcos entre los barrios de Asia y Europa, para llegar a la altura del palacio de Dolmabahce y de la mezquita de Bezmialem, madre del sultán Abdülhamit II. Junto a ella y delante del palacio podemos ver la Torre del Reloj, con una altura de 27 metros. El palacio fue construido entre 1843 y 1856 por el arquitecto Garabet Balyan para Abdülmecit I, que había decidido trasladar la corte a orillas del Bósforo.
El palacio se extiende a lo largo de 284 metros. El mármol está tallado de tal manera que recuerda a los trabajos de encaje. El ala del palacio reservada a los príncipes herederos es hoy el Museo de Pintura y Escultura.
Llegamos a continuación a Besiktas, donde embarcó el célebre corsario Hayrettin Barbaros, más conocido como Barbarroja. Próxima al embarcadero actual se encuentra su tumba. El antiguo embarcadero de las naves imperiales ha sido transformado en museo naval.
Siguiendo por la orilla europea, pasamos primero por la residencia para personalidades extranjeras antes de llegar al palacio Ciraga, que en 1909 sirvió como sede al Parlamento. Un incendio lo destruyó completamente en 1910. Recientemente fue íntegramente restaurado y en la actualidad pertenece al hotel del mismo nombre, que se encuentra a la izquierda.
A continuación llegamos al barrio Ortaköy, dominado por la elegante mezquita homónima, de estilo barroco. Mas allá vemos la residencia de las hijas del sultán Abdülmecit II, toda en madera, y luego pasamos bajo el puente colgante del Bósforo, símbolo del siglo XX que une Europa y Asia desde 1973. Mide 1.074 metros.
Seguimos bordeando la orilla y llegamos a Kurucesme, donde se encuentra un pequeño islote artificial que pertenece al club deportivo Galatasaray. Desde aquí se disfruta de una hermosa vista sobre los antiguos kioscos y residencias particulares diseminados entre la vegetación. A continuación pasamos delante de Arnasvutköy (el pueblo de los albaneses), con sus típicas casas de madera, estrechas y pegadas unas a otras.
Tras la curva que forma Arnasvutköy, en el punto del estrecho donde la corriente es más violenta, aparece en el fondo la bahía Bebek -la perla del Bósforo- con su puerto de yates y sus magníficas mansiones y residencias, siendo uno de los pueblos más animados de la orilla europea.
Llegando al final de la bahía aparecen el castillo de Rumeli Hísar y el segundo puente suspendido sobre el Bósforo, el puente de Fatih Sultán Mehmet. Las obras de este imponente castillo duraron apenas 3 meses y se utilizaron todos los materiales constructivos al alcance, incluidos restos de edificios antiguos.
Al seguir el paseo llegamos a la altura de Balta Limani, donde se halla un gran hospital que fuera la residencia de Büyük Resit Pasa y luego perteneció a la sultana Fatma.
El pueblo que le sigue es Emirgan, con lujosas residencias de verano. Luego entramos en la animada bahía de Tarabya, donde aún quedan en pie los palacios de las antiguas embajadas de Austria y Alemania. También cuenta con un puerto para embarcaciones de recreo y un gran hotel, el hotel Tarabya, que adopta la forma redondeada del pequeño cabo que separa esta bahía de la siguiente, la gran bahía de Büyükdere.
Así llegamos finalmente al extremo del Bósforo, a los pueblos de Sariyer y de Rumeli Kavagi, pequeños pesqueros con numerosos restaurantes donde se sirve un excelente pescado fresco a precio razonable.
Esta vez bordeamos la orilla asiática del Bósforo, de regreso a Estambul. El primer pueblo es Beykoz. Aquí se halla el palacio que el gobernador de Egipto. La actividad de este pueblo se centra principalmente en la industria del cristal.
A continuación pasamos delante de Kanlica, un pequeño pueblo que ha sido protagonista de muchas poesías turcas. Seguimos nuestro recorrido y llegamos a Kücüksu, donde están las conocidas "Aguas dulces de Asia" de la literatura europea del siglo XIX.
Luego nuestro barco se dirige hacia Kandilli, pequeño pueblo a orillas del estrecho rodeado de vegetación y dominado por un promontorio donde se alza un bello palacete. En la construcción se destaca el gran número de ventanas que posee y el color rojizo de sus muros.
El recorrido por la orilla asiática prosigue hasta arribar a Beylerbeyi, donde junto al embarcadero se levanta la mezquita de Beylerbeyi que data 1778. A la salida del pueblo, a la altura del puente del Bósforo, se levanta el palacio de Beylerbeyi, a orillas del mar. En el jardín, que se extiende entre el palacio y el Bósforo, se alzan tres quioscos (el amarillo, el de mármol y el de las caballerizas), lugares de recreo donde los sultanes descansaban a su regreso de las cacerías.
Bordeando la costa llegamos a Kuzgunkuc, sitio en el que se halla el palacio Rosa o Fethi Ahmet Pasa. A continuación nos acercamos a Ösküdar, donde junto al embarcadero se distingue la mezquita de Mihrimar, que data de 1548.
Próxima al mar también vemos otra mezquita, la de Semsi Pasa. A continuación, la torre de Leandro, uno de los símbolos de Estambul, levantada sobre un islote a 180 metros de la costa.
De esta manera finaliza esta bella excursión a lo largo de los monumentos históricos del estrecho más hermoso del mundo, el Bósforo, donde se mezclan armoniosamente la naturaleza y la historia, y de la que sin duda guardaremos un recuerdo imborrable.
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Excursiones imperdibles
* Paseo por el estrecho: excursión diaria de medio día (sin almuerzo), a realizarse por la mañana. Salida del hotel hacia el puerto para tomar el barco y empezar el crucero por el Bósforo, con hermosas vistas de los pueblos, palacios y chalets. Visita de la Fortaleza Rumeli y regreso al hotel. Por persona, U$S27.
* Visita del Cuerno de Oro: excursión diaria, excepto los miércoles, de medio día (sin almuerzo), por la mañana. Se visita la mezquita de Solimán, el museo Chora y la mezquita Eyup. Se requiere un mínimo de 2 personas. La tarifa individual es de U$S31.
* Paseo por el Bósforo y la parte asiática: excursión diaria de día entero con almuerzo. Corta visita al Gran Bazar y crucero por el estrecho cruzando al lado asiático. Visita al Palacio Beylerbeyi, residencia de verano de los sultanes y parada en la colina Camlica para una visita panorámica de la ciudad. Por persona, U$S54.
* Islas de los Príncipes: excursión de día entero con almuerzo. Las islas de los Príncipes, archipiélago ubicado en el mar de Mármara, constituyeron un lugar de exilio de los príncipes bizantinos. Hoy es visitada por los habitantes acaudalados de Estambul en busca de las frescas brisas marinas y elegantes casas del siglo XIX. En Büyükada, la mayor de ellas, durante el tiempo libre se puede disfrutar de un paseo en carruaje tirado por caballos entre los pinares. Además se puede descansar en la playa en una de las numerosas calas que rodean la isla. Consultar por el día de operación en servicio regular con guía de habla hispana. El precio por persona es de U$S54.



Dos continentes. En una orilla Europa, en la otra Asia.
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