Patricia Radón
Salvador Dalí i Domenech (Figueras, 1904-1989) es una de las figuras más representativas del surrealismo. Su obra y su biografía, presididas por la negación, la ruptura y la extravagancia, han sido tan criticadas como celebradas. Dalí asistió a la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid entre 1921 y 1926, donde rápidamente demostró su talento. Durante aquella época, el joven artista asimiló cantidad de estilos y teorías sobre el arte, especialmente las que incluían a los pintores románticos y académicos del siglo XIX. También adquirió influencias del cubismo, el futurismo y de los pintores metafísicos italianos del siglo XX, entre estos, Giorgio De Chirico y Carlo Carrá. En la Residencia de Estudiantes de Madrid se integró al grupo de poetas y artistas que más tarde sería conocido como Generación del 27: Federico García Lorca, Luis Buñuel, Rafael Alberti, José Moreno Villa, entre otros. La pintura de sus primeros años, el Manifiesto Amarillo (1928), sus artículos y sus conferencias (1930) provocaron reacciones violentas. En 1929 Dalí se unió a los pintores surrealistas de París; pronto se convertiría en uno de los líderes de movimiento y en el expositor más espectacular de esa corriente en todo el mundo. Se puso a la cabeza de la reacción internacional contra el arte abstracto y comenzó a pintar obras que se distinguieron por un alto contenido freudiano y un simbolismo difícil de descifrar. La intención de sus cuadros era, principalmente, recrear imágenes sugeridas por sueños y alucinaciones. Muestras de ello son "La sangre es más dulce que la miel", "Los placeres iluminados", "El juego lúgubre", "La profanación de la hostia", "El sueño" y "El hombre invisible". Pintaba sus imágenes, según él mismo, "inmerso en un delirio erótico", pero las realizaba con un realismo tan meticuloso que las llamaba "fotografías de sueños pintadas a mano". Su cuadro "Persistencia de la memoria" o "Los relojes blandos" es una de las obras más reconocidas dentro del arte surrealista y por lo tanto su pintura más conocida. En París conoció a la mujer de Paul Eluard, Gala Helena D. Diákova; ella fue su amante, musa, administradora y fuente de su inspiración artística; contrajeron matrimonio en 1934. En 1939 se trasladaron a Estados Unidos, alternando sus estancias en Port Lligat, cuyo paisaje se convirtió en el motivo principal de su obra. Para esa época fue expulsado del surrealismo por sus ideas comerciales sobre la pintura, acusado de fascista por André Breton. A su regreso a España en 1948 siguió, según él, la tradición espiritual de Zurbarán, Murillo, Valdes Leal y los grandes místicos de la literatura castellana. Su pintura, que parte del neocentismo y pasa por una etapa cubista, responde a lo que él denominaba actividad "paranoico-crítica" y se caracteriza por la representación, influida por la pintura metafísica, de escenas oníricas realizadas con extraordinaria minuciosidad técnica. Después de una estancia en Italia, tras la Guerra Civil española (1936-1939), abordó temas religiosos, históricos y alegóricos: "Tentación de San Antonio" (1947), "La Mare de Deu de Port Lligat" (1950), "Descubrimiento de América por Cristóbal Colón" (1959), "Batalla de Tetuán" (1962), entre otras. Su interés por los efectos visuales lo llevó al uso de la holografía y a la realización de pinturas estereoscópicas como "La silla" (1975). De una originalidad indiscutible y siempre controversial, Salvador Dalí parece repetir incansablemente desde la aventura de sus sueños, lleno de íntimo regocijo y en una continua humorada, este párrafo de "Diario de un genio": "Cada mañana, al despertarme, experimento un placer supremo del que basta hoy no me he dado cuenta: el de ser Salvador Dalí, y me pregunto, maravillado, qué cosa maravillosa le reserva el día a Salvador Dalí. Y se me hace siempre más difícil comprender cómo los demás pueden vivir sin ser Gala o Salvador Dalí".
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