El Papa Juan Pablo II comenzó ayer una histórica visita a Siria, donde predominan los musulmanes, con un emocionado llamamiento a Israel y a sus vecinos árabes para que conviertan "el temor en confianza" para acabar con décadas de conflictos armados en Medio Oriente. Su peregrinación de seis días, siguiendo los pasos del apóstol San Pablo -que ya marcó un hito histórico por su gesto de reconciliación con la iglesia Ortodoxa en Grecia- incluirá la primera visita de un Papa a una mezquita musulmana. Al darle la bienvenida en el aeropuerto de Damasco, el presidente Bashar al-Assad acusó al Estado judío de Israel de violar la Justicia, ocupando tierras árabes y atacando sitios sagrados cristianos y musulmanes.
En respuesta, el Papa exhortó a todas las partes del conflicto árabe-israelí a cambiar su actitud y buscar una paz duradera. Agregó que la paz en la región sólo se alcanzará cuando exista un nuevo modo de comprensión y mutuo respeto entre los pueblos de la zona. "Mi peregrinación es también una ardiente oración de esperanza", dijo el Papa, que hoy rezará por la paz en una localidad siria en las Alturas del Golán, cerca de la frontera con Israel. Criticando indirectamente a Israel, el Papa señaló: "Es hora de volver a la legalidad internacional; poner fin a las ocupaciones violentas de territorio y respetar el derecho de autodeterminación de los pueblos y las resoluciones de las Naciones Unidas".
Karol Wojtyla es el primer Papa que visita Siria. En Damasco, San Pablo, judío, tuvo una revelación que provocó su conversión al cristianismo y que en la Iglesia Católica es el suceso más señalado después de la resurrección de Jesús.
Más de 1.500 estudiantes ondeando banderas sirias y papales se congregaron en el aeropuerto cantando: "Te queremos, Juan Pablo" y "Siria da la bienvenida a su Santidad". "La paz esté con todos vosotros", contestó el Papa en árabe.
Tras un pequeño descanso, el Sumo Pontífice tuvo una entrevista privada de 20 minutos con Assad en el palacio presidencial en la cual el dirigente sirio habló de la historia de la Cristiandad en Siria, dijeron fuentes vaticanas. La agencia informativa estatal siria Sana dijo que el Papa expresó a Assad que "Siria sigue siendo joven en la historia y que hoy está dirigida por un joven" y que "por ello todo el mundo espera mucho del país".
El Papa compartió sus primeras oraciones en Siria con los obispos greco ortodoxos en la antigua iglesia bizantina de Mariyamiya, donde se alberga una valiosa colección de iconos del siglo XVIII. Fuera de la iglesia, localizada en el barrio cristiano del viejo Damasco, el Papa recibió una tumultuosa bienvenida de una entusiasta multitud en actitud festiva, en contraste con la polémica visita a la Grecia ortodoxa.
La ferviente multitud rompió el cordón de seguridad alrededor del vehículo papal, con el deseo de tocarle para recibir su bendición. Las fuerzas de seguridad tuvieron que empujarles para dejar paso a un aparentemente cansado Papa en la iglesia. "Es como un sueño hecho realidad. Hemos estado esperando su visita por mucho tiempo", dijo Nadia Laham, una anciana. "Es un predicador de la paz".
La delicada peregrinación del Papa le llevará a la demolida ciudad de Quneitra, que Israel devolvió en 1974 tras haber la capturado junto con el resto de los Altos del Golán en la Guerra de los Seis Días de 1967.
El Papa concluyó su viaje a Grecia apelando a la comunidad católica del país a favorecer la unidad de los cristianos. El Pontífice lanzó su llamamiento durante una misa celebrada por la mañana ante unos 15.000 fieles, en un país que no tiene más que unos 200.000 católicos.
Pasión por la unidad
Durante la ceremonia, Juan Pablo II dijo que todos los cristianos debían mostrar pasión por la unidad entre todas las ramas de la cristiandad oriental y occidental. "Llevamos con nosotros la triste herencia del pasado (...) Todavía hay un largo camino que recorrer", dijo.
El viernes, el Papa pidió perdón por las afrentas cometidas por los católicos contra los cristianos ortodoxos desde el Gran Cisma de 1054, que dividió a la Iglesia en las ramas oriental y occidental. "Que la memoria del tiempo en que la Iglesia respiraba con ambos pulmones impulse a los cristianos de Oriente y Occidente a caminar juntos, unidos por la fe y con respeto a la legítima diversidad", dijo en una homilía.
La histórica disculpa fue precedida por una de arenga del jefe de la Iglesia Ortodoxa Griega, Arzobispo Christodoulos, quien había accedido a regañadientes a la visita papal. "Por las ocasiones en el pasado y en el presente, cuando los hijos y las hijas de la Iglesia Católica han pecado por acciones y omisiones en contra de sus hermanos y hermanas ortodoxos, quiera el Señor otorgarnos el perdón que le rogamos", dijo.
Muchos miembros de la iglesia Ortodoxa culpan a los católicos de las numerosas llagas que surgieron del Gran Cisma, entre ellas la Cuarta Cruzada, en la que la capital bizantina de Constantinopla fue saqueada en el 1204.