 |  | cartas Ubicación de los boliches bailables
 | En nombre de todas las madres y abuelas que tienen hijos jóvenes, en edad de salir a divertirse, me dirijo a los funcionarios municipales para hacerles saber circunstancias que parecen no tener en cuenta. Las confiterías bailables se han convertido en una necesidad para los jóvenes, como lo fueron en otros tiempos los "asaltos". El hecho de reunirse en la puerta de los boliches, de mostrarse y de ver quién entra forma parte de su diversión. Las quejas de ciertos vecinos, cuyas intenciones no son muy claras, hace barajar la posibilidad de trasladar las confiterías a lugares alejados de la ciudad. Pero no todos los jóvenes tienen coche para ir a bailar al medio del campo, no hay líneas de colectivo que pasen con la frecuencia necesaria y los dejarían esperando horas, en zonas peligrosas. La zona elegida lo fue porque supuestamente la Municipalidad, encabezada por el intendente, entendió que era la más apropiada y los concejales la aprobaron. Se mejoró una zona de construcciones abandonadas y llenas de ratas, dándole una fisonomía distinta. Se autorizó a los dueños de los negocios a hacer fenomenales gastos y hoy se la cuestiona demostrando que no tiene criterio ni idoneidad ni siquiera para determinar dónde se puede poner un lugar bailable. ¿Quién piensa en los jóvenes y en los que intervienen en su país y en la ciudad, dando fuentes de trabajo: cocineros, mozos, agentes de relaciones públicas, proveedores, materiales de construcción, empleados administrativos, de seguridad y remises? Nadie. Sólo porque un grupo de personas que se creen dueños de la verdad, o busca rédito político o económico, ocupándose de problemas banales, sin atender las necesidades de las personas. Nélida D'Ottavio
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